Eran las 9:15 de la mañana del pasado miércoles cuando los servicios sociales municipales alertaban a la Policía Local de Zaragoza y a Bomberos porque había un vecino de la calle Jaime Herrerín, al que tutelaban desde hace ya tiempo, que no daba señales de vida.

Al entrar encontraron el cuerpo de Ignacio G. H. tumbado sobre un charco de sangre. Inmediatamente se retiraron de la escena y la precintaron hasta la llegada de los miembros del Grupo de Homicidios de la Jefatura Superior de Policía Nacional de Zaragoza.

¿Suicidio? ¿Accidente doméstico? La policía no descartaba nada, hasta el jueves. Dos días después del suceso hacían público que la muerte de este vecino de Las Fuentes se estaba investigando como homicidio.

Algo han tenido que ver los investigadores para creer que la muerte por arma blanca, ya que se encontró un cuchillo en la escena, y con una herida profunda en el cuello de la víctima podría ser algo más que un simple accidente o una intención autolítica.

Lo cierto es que Ignacio, la víctima, a sus 48 años, vivía solo en esta vivienda de la calle Jaime Herrerín y recibía una tutela continua de los servicios sociales del ayuntamiento de Zaragoza.

Según ha podido saber HOY ARAGÓN, su única compañía eran los gatos y perros con los que compartía vivienda y que tenía como mascotas. Iban varias veces por semana a limpiar su domicilio e incluso le acompañaban a hacer la compra.

HERIDAS POCO COMPATIBLES CON EL SUICIDIO

Los investigadores estaría centrándose en el entorno de la víctima, y no se descarta la posibilidad de un robo a pesar de que el domicilio no presentaba desorden ni alteraciones de importancia.

La víctima tenía una herida en el cuello que le hizo perder mucha sangre hasta que acabó perdiendo la vida. Una circunstancia que parece descartar el suicidio, ya que es muy raro que alguien que quiera suicidarse se corte el cuello de esa manera.