No es la primera vez que una víctima de malos tratos, a pesar de la violencia sufrida por parte de su pareja, le excusa o incluso vuelve con él. En ocasiones, a pesar de una orden de alejamiento dictada por el juez. Orden que víctima y agresor, en algunos casos, incumplen.

Para los expertos en psicología existen tres fases que lo definen perfectamente. La fase de luna de miel, la de la acumulación de tensión y la del estallido. En la primera todo es idílico; en la segunda ya hay conatos de agresión pero la víctima lo justifica, y en la tercera, cuando se sucede la violencia física y verbal, la víctima se auto culpabiliza de los hechos.

En Zaragoza acabamos de vivir esta misma semana una situación que podría asemejarse a estas justificaciones del presunto maltratador. El pasado mes de abril un hombre de 30 años, que conducía un vehículo acompañado de su pareja en la A-2, tuvo un accidente con otros vehículos. Después salió del coche y comenzó a agredir a su pareja ante la mirada atónita de los conductores de los otros vehículos involucrados en el accidente.

Le llegó incluso a morder en la cara, además de propinarle golpes por el cuerpo, dice el informe judicial. Esta semana ambos declaraban ante el juez instructor del caso y ella sorprendía por videollamada diciéndole a su señoría que tratase con vehemencia a su ex pareja y su presunto maltratador.

«Trátelo bien porque está enfermo y unos días antes ya me dijo que si no tomaba la medicación podría hacerme daño», le explicaba en la sala de vistas. Él acusado, defendido por Carmen Sánchez y Luis Ángel Marcén, reconoció un trastorno psíquico tras comparecer al día siguiente.

En otro juicio en la Audiencia Provincial de Zaragoza hace unos meses,  Pedro G. C. se sentaba en la silla de los acusados por varios delitos de maltrato a su expareja y uno de coacciones, cometidos ambos cuando existía una orden que le prohibía acercarse a ella.

También se le acusaba por retener a su pareja de manera ilegal, delito este último por el que se enfrentaba a 3 años de prisión. La víctima explicó al juez que era falso que la hubiese retenido en contra de su voluntad.

Lo dijo una mujer librando a su presunto agresor de esos tres años de prisión y a pesar de que le había propinado varios puñetazos en la cara y en el cuerpo.  También explicó que no reclamaba nada al acusado como responsabilidad civil por las lesiones. Acabó diciendo, a pesar de ser más «benevolente» con su agresor, que los hechos habían tenido lugar hace más de dos años y no quería saber más de él.

«ALGUNAS CREEN QUE VAN A CAMBIAR»

José Carlos Fuertes, psiquiatra forense, apunta a varios hitos vitales para entender esta situación. «La idea permanente y errónea de que el agresor cambiara, asume que forma parte de la relación, tiene complejos de inferioridad, piensa que nadie le va a ayudar…», apunta Fuertes.

También insiste en la importancia del miedo que tiene a que hagan daño a sus hijos o que no tiene intención de causar daño, simplemente no controla sus impulsos. «Es importante que salga de estas ideas gracias a personas que puedan sacarle de un entorno en el que el propio agresor le aísla», asegura este psiquiatra forense.