Amancio Ortega, uno de los empresarios más emblemáticos de España y fundador de uno de los imperios de moda más grandes del mundo, es un hombre cuya vida está llena de historias y momentos que han dejado huella. Si bien es oriundo de León, es en las tierras gallegas, específicamente en La Coruña, donde ha tejido gran parte de su legado empresarial. Sin embargo, hay una etapa en su vida que muchos desconocen y que dejó un sello indeleble en su relación con Aragón.

Entre 1957 y 1958, como muchos jóvenes de su generación, Ortega cumplió con el servicio militar obligatorio en España. Pero no lo hizo en cualquier lugar, sino en una ciudad icónica de la provincia de Huesca. Aunque podría parecer un período insignificante en la extensa trayectoria de Ortega, su estancia en el cuartel General Ricardos y en el Batallón de Cazadores Motorizado Barbastro número XVI, desempeñando labores de escribiente, fortaleció un lazo que perdura hasta la actualidad.

La evidencia palpable de este vínculo la encontramos en la generosidad del empresario hacia Aragón. Inversiones millonarias en parques eólicos en Zaragoza, la localización estratégica de la plataforma logística de Zara en la capital aragonesa, y significativas donaciones en beneficio de la salud y la educación en la región son solo algunos ejemplos.

Una de las contribuciones más destacadas fue la donación de 10 millones de euros destinados a la adquisición de equipos oncológicos, distribuidos en varios sectores sanitarios, incluido el hospital de Barbastro. Y no es coincidencia que escogiera precisamente esta localidad: Barbastro es el lugar donde Ortega vivió su experiencia en el servicio militar.

De aquellos días de mili, la huella tangible que queda es una fotografía en la que Ortega aparece vestido de soldado junto a tres compañeros de cuartel. Esta imagen proviene de una exposición sobre la historia del cuartel de Barbastro, organizada por la UNED, en el año 2022.

Un recuerdo especial de esa época nos llega de la mano de Antonio Latorre, cantante de la época y compañero de mili de Ortega. En un emotivo mensaje en redes sociales, Latorre relató: «De nuestro grupo más íntimo formaba parte un gallego llamado Amancio Ortega […] una excelente persona muy sencilla y cordial». Latorre lo describió también como un «buen jugador de fútbol» y recordó las tardes compartiendo bocadillos y canciones.

Es en historias como esta donde descubrimos la humanidad detrás del magnate. Una historia que refleja cómo momentos aparentemente triviales pueden dejar una marca profunda, y cómo los lazos formados en la juventud pueden influir en las decisiones y acciones de toda una vida.