31 de octubre. Una fecha que resplandece en el almanaque de la Casa Real Española. Zarzuela, con sus murmullos de historia y sus rincones llenos de tradición, se prepara para una celebración sin parangón.

Si bien en muchos hogares españoles se celebra Halloween, el Palacio Real se engalana para celebrar la mayoría de edad de la Princesa de Asturias, Leonor de Borbón Ortiz.

Para cualquier joven, cumplir 18 años es un hito: la mayoría de edad, el derecho a votar, a sacarse el carné de conducir. Pero para Leonor, el rito de paso tiene un peso y un simbolismo mucho más significativos.

Tras su estancia en la Academia General de Zaragoza, regresará a Madrid para jurar lealtad a la Constitución Española y al rey, marcando su capacidad para asumir el trono en caso necesario.

Este compromiso con la nación y la corona será sellado con la entrega del Collar de la Orden de Carlos III, un legado que su padre, Felipe VI, también recibió de manos de Juan Carlos I.

Este collar es mucho más que una joya; es una representación del reconocimiento más alto que el Estado español otorga a aquellos que han destacado por su labor a favor de la nación y la Corona.

De una belleza y complejidad inigualables, el collar está formado por 41 eslabones que portan distintos símbolos, desde leones rampantes hasta castillos almenados.

El diseño del collar, una obra maestra, engloba elementos que hacen referencia a la historia de España y a la Casa de Borbón. La inscripción «Virtuti et merito» (virtud y mérito) en el reverso encapsula la esencia misma de este honor.

Este galardón, reservado principalmente para la realeza y jefes de Estado, será el segundo de gran importancia que la Princesa Leonor recibirá, tras haber sido condecorada con el Toisón de Oro a la temprana edad de 13 años.

En medio de este ambiente festivo, hay un detalle que no pasará desapercibido. A diferencia de la ceremonia en la que Felipe VI recibió el collar, en la que su abuelo, el Conde de Barcelona, estuvo presente, Juan Carlos I, el rey emérito y abuelo de Leonor, no estará presente en la ceremonia oficial, aunque sí participará en la celebración privada posterior.

Este día será un momento de reflexión para la Casa Real y toda España. Representa no solo una tradición centenaria, sino también un vistazo al futuro de la monarquía española.

Mientras las luces de Zarzuela brillen intensamente esa noche, España y el mundo contemplarán el inicio de un nuevo capítulo en la historia de la monarquía, con una joven Princesa preparándose para asumir las responsabilidades que conlleva su título.