El 12 de marzo, un vuelo de Latam Airlines, el Boeing LA800, que cubría la ruta de Sidney a Auckland, experimentó un dramático y repentino descenso en picado, dejando a decenas de pasajeros heridos y sumidos en el pánico.

Según relatos de testigos a bordo, la aeronave cayó bruscamente unos 150 metros, aparentemente debido a un fallo técnico. Los pasajeros fueron sacudidos violentamente de sus asientos, con algunos golpeando el techo del avión debido al fuerte movimiento.

Uno de los pasajeros, Brian Jokat, compartió su experiencia con la BBC, describiendo el momento de terror en el que pensó que su vida estaba en peligro inminente. «Por una fracción de segundo pensé: ‘Ya está'», dijo Jokat. «La gente gritaba y lloraba. Era un caos».

El impacto del descenso repentino dejó a varios pasajeros con huesos rotos y lesiones graves en la cabeza y el cuello. Algunos, con la sangre fría de la situación, decidieron grabar mensajes de despedida a sus seres queridos, temiendo lo peor en esos momentos de incertidumbre y angustia.

A pesar del horror vivido durante la caída, el avión logró aterrizar de manera segura en Auckland. Los equipos de emergencia estaban preparados para atender a los pasajeros afectados por el incidente, proporcionando asistencia médica y apoyo emocional a aquellos que lo necesitaban.

Este incidente pone de relieve los riesgos inherentes a la aviación y la importancia de la preparación y la respuesta rápida en situaciones de emergencia. Afortunadamente, a pesar de las lesiones sufridas, todos los pasajeros a bordo del vuelo LA800 de Latam Airlines sobrevivieron al aterrador episodio y pudieron ser atendidos adecuadamente una vez en tierra firme.