Con el cierre de las festividades navideñas, es común que algunas tabletas de turrón, mazapán o polvorón queden sin consumir. ¿Qué hacer con estos dulces típicos que parecen perder su atractivo una vez pasado enero?

Para los amantes de la cocina, especialmente los postres, buscar recetas que aprovechen estos productos de miel, almendra y azúcar puede ser la solución ideal. Sin embargo, para aquellos menos inclinados a la cocina, surge la pregunta de si podrán aprovecharlos en las próximas Navidades. Afortunadamente, en teoría, los turrones no caducan fácilmente gracias a la miel, azúcar y almendra, que actúan como buenos conservantes debido a su bajo contenido de agua.

Sin embargo, esta longevidad se aplica principalmente a los turrones clásicos como los de jijona, alicante y guirlaches. Las nuevas variedades, con ingredientes más delicados como yema, nata o mantequilla, pueden requerir una conservación más cuidadosa.

Es esencial prestar atención a la fecha de consumo preferente, proporcionada por los fabricantes, que indica hasta cuándo los ingredientes mantendrán sus cualidades. Aunque los turrones pueden no volverse malos, pueden perder propiedades organolépticas con el tiempo.

Para aquellos que desean desestacionalizar el consumo y disfrutar de turrones a lo largo del año, es crucial conocer cómo conservarlos adecuadamente. El frigorífico es una opción, ya que reduce la actividad microbiana y estabiliza los aceites presentes en los turrones. Sin embargo, también se pueden guardar en lugares oscuros, frescos y secos, bien envueltos para proteger su textura y sabor.