Tres tiros por la espalda, sin apenas opciones para defenderse o sobrevivir al ataque fue el final de la vida de Manuel Giménez Abad, líder del PP aragonés en el año 2001. Y todo ante la atenta mirada de su hijo pequeño, Borja, que entonces tenía 17 años, y que aún tuvo fuerzas para gritarle «asesino» al hombre que huía del lugar amenazando con su arma a todos los que le miraban.

Era, según los testigos y el propio hijo de Giménez Abad, Mikel Kabikoitz Carrera Sarobe, alias ‘Ata, que fue detenido nueve años después en un piso de Bayona, Francia, junto a dos de sus colaboradores. Caía así el último jefe ‘militar’ que ha tenido ETA y quien trató, sin éxito, de reactivar los comandos operativos de la banda terrorista tras la detención de ‘Txeroki’.

Salió de una cárcel francesa esta semana para enfrentarse, 22 años después, a 30 años de cárcel que fiscalía y acusación particular piden para él por matar en Zaragoza al que fuera presidente del Partido Popular en Aragón. «Ni yo ni el comando Basajaun tuvieron nada que ver con la muerte de este hombre», decía a preguntas de su abogado a una audiencia acostumbrada ya a ver como los etarras intentaban desmarcarse de sus actos terroristas.

‘Ata’, el último líder de ETA Militar, el que según fuentes policiales disparó a bocajarro a Giménez Abad y que insistió en que él no estaba allí, que solo pasaba información y que nada tuvo que ver con el crimen. Sospechoso también de asesinar a dos ertzainas en el País Vasco, y cumpliendo cadena perpetua en la actualidad por el asesinato de dos guardias civiles en Francia.

‘Ata’ se crió en La Rioja y volvió a su tierra, Navarra, para estudiar Ingeniería. Su tío fue condenado en el proceso de Burgos en los años setenta y su madre fue en las listas de la izquierda abertzale para el parlamento navarro.

UNA MUJER «BAJITA, DE OJOS NEGROS Y MOFLETES ROLLIZOS»

Así describían en su día los testigos presenciales del crimen a Miren Zaldua, la mujer que según los informes policiales acompañaba a Aguirre Sarobe aquella tarde de mayo de 2001 en Zaragoza. Por eso en el juicio su abogado a insistido en su forma física, en el color de sus ojos, que ella ha dicho que son «marrones pero que en verano se aclaran por el sol».

Zaldua ha explicado que estaba en un cine de un centro comercial en Hernani cuando sucedió todo. «Me acuerdo porque siempre criticábamos esos sitios y después acabábamos yendo a ellos», explicaba en la sala de la Audiencia Nacional este lunes.

No fue lo único que dijo para eximirse de una acción terrorista de la que siempre ha dicho que no estuvo implicada. «Yo solo he estado en Zaragoza de pequeña, con mis padres, visitando a la ‘Pilarica’. lo recuerdo porque después fuimos al Monasterio de Piedra». dice a preguntas de su abogado.

Pero para los testigos y policías que investigaron los hechos, Zaldua apoyó a ‘Ata’ y estuvo allí, escondiendo el arma y huyendo «a paso ligero» del lugar del crimen mientras se daba la vuelta en varias ocasiones para mirar fijamente a quienes la observaban.

Ambos miembros de ETA, aunque tarde, se sientan esta semana en el banquillo para enfrentarse a un asesinato que está sin resolver y que pretende ser, para la familia de Giménez Abad, una manera de cerrar un capítulo muy duro y que ha durado ya demasiado tiempo.