Los pueblos abandonados ejercen una fascinación especial que atrae a numerosos visitantes. La mezcla de historia, arquitectura en ruinas y la naturaleza reclamando su espacio crea una atmósfera única.

En Aragón, esta experiencia se enriquece con la profunda herencia cultural e histórica de la región. La sensación de explorar lugares olvidados por el tiempo, con sus relatos y enigmas, resulta irresistible para muchos aventureros. Aunque la vista de estos pueblos deshabitados pueda evocar melancolía, es crucial honrar su pasado y extraer enseñanzas de él.

Tiermas, ubicado en la provincia de Zaragoza, es un claro ejemplo de un pueblo abandonado al que solo se puede acceder a pie. Aunque podría ser fácilmente olvidado por sus casas en ruinas y sus calles desiertas, este municipio se distingue notablemente de otros.

Tiermas alberga un balneario natural que solo está disponible para visitas en períodos muy específicos durante el año. Con el transcurso del tiempo, cada vez son más los pueblos abandonados en Aragón. La migración hacia las grandes ciudades por razones laborales deja atrás lugares únicos con un valor turístico especial.

Este es el caso de Tiermas, cuyo abandono en 1960 se debió a la construcción del embalse de Yesa. Esta obra también desencadenó el abandono de otros dos municipios cercanos: Ruesta y Escó.

Ubicado en el municipio de Sigüés, en la comarca de la Jacetania, Tiermas ofrece un atractivo turístico singular en Aragón: un balneario de aguas naturales situado en el lecho del embalse. Para visitarlo, es importante considerar la época del año en la que esté accesible.

Este manantial de aguas sulfurosas, con propiedades terapéuticas reconocidas desde la época romana, brinda beneficios para la salud. El acceso al balneario natural solo es posible cuando el nivel del agua desciende, lo cual suele ocurrir a partir de septiembre.

Durante este período, emergen las ruinas del antiguo Hotel Balneario Infanta Isabel, que solía albergar a los visitantes que buscaban disfrutar de las aguas termales.

Con el transcurso del tiempo, estas aguas, que pueden alcanzar los 40 grados Celsius, atraen a más curiosos y turistas que deciden explorar este enclave en Zaragoza.