Quienes paseen estos días por Zaragoza quizás se hayan topado con una montaña de colillas amontonadas en el suelo y marcadas con un círculo de colores. Esta acción es obra de ‘La tiza la vergüenza’, un movimiento social de personas que salen a la calle para sacar los colores a los fumadores que tiran los cigarrillos consumidos en cualquier sitio.


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Actúan de forma totalmente voluntaria y altruista, poniendo los recursos de su bolsillo y los ratos pateando las calles de su tiempo libre. El motivo que les lleva a ello es tajante: «Nos estamos cargando el medio ambiente«, recuerda Iñaki Chicharro. Es el embajador en España del movimiento, que en Zaragoza está actuando desde hace varios meses.

Cualquiera que lo desee puede formar parte de él. Basta con unirse a la comunidad creada en Facebook. También tienen un grupo de whatsapp a través del que se comunican para sus quedadas. Éstas consisten en recorrer la ciudad en busca de colillas. «A veces las amontonamos y las rodeamos con un círculo de tiza. En otras ocasiones, marcamos cada una de ellas en el lugar donde estaban, para que se vea el rastro que dejan«, explica Iñaki. Y siempre con mensajes de concienciación como «Stop colillas» o «el árbol no es una papelera».

El movimiento deja mensajes con tiza en las calles de Zaragoza / HOY ARAGÓN

El grupo fijo que se dedica asiduamente a esta labor lo forman seis personas, aunque en la comunidad de Zaragoza están implicados una veintena de miembros. Hay jóvenes de 25 años y otros ya en edad de jubilación. Perfiles dispares pero con algo en común, la preocupación por cómo se está deteriorando el entorno.

«Una colilla tarda en degradarse hasta diez años y puede contaminar 50 litros de agua dulce», remarca Iñaki. Esta tarea de concienciación es también parte de la acción de ‘La tiza de la vergüenza’. «Muchas personas se acercan para preguntar qué hacemos cuando nos ven en la calle. La mayoría no conoce la problemática y muchos nos felicitan«, asegura.

Una de las últimas batidas ha sido en la zona centro, en el entorno de la estación de Goya. Pero las aceras de otros barrios de Zaragoza ya han sido marcadas con esta tiza en estos meses atrás. La avenida de Navarra, San José, el centro cívico Salvador Allende (en Las Fuentes) o Valdefierro son algunos ejemplos.

Hay quienes han creado artilugios para hacer más llevadera la tarea, como una escobilla con un palo o un agarrador de cosas extensible, para no agacharse. Pero al final, casi siempre acaban recogiendo las colillas del suelo una a una con la mano. «Llevamos guantes y, ahora, mucho gel hidroalcohólico», explica Iñaki.


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Su lucha consiste en concienciar a los fumadores de que cuando terminen su cigarrillo lo apaguen y lo tiren a una papelera. «Lo ideal sería que hubiera ceniceros en las calles, pero hasta entonces, hay otras opciones mejores que tirar la colilla al suelo», asegura.

En sus paseos por las calles, el grupo ha observado cómo los sitios de mayor acumulación de colillas son las paradas de autobús, las puertas de bibliotecas y otros espacios públicos o, por ejemplo, el acceso al hospital Miguel Servet.

Así se sacan los colores a los incívicos que dejan las colillas en el suelo / La tiza de la vergüenza

Aunque la acción de este movimiento ha llegado a Zaragoza hace apenas cuatro meses, ‘La tiza de la vergüenza’ es una comunidad global. Su impulsor es Miguel Garau, un mallorquín afincado en Polonia. Desde allí, junto con un amigo estadounidense, dieron a conocer la acción, que ahora se lleva a cabo en Alemania, Polonia o La India. En España, otras ciudades donde las colillas en las calles se están marcando son Burgos, Gerona, Barcelona, Madrid o Palma de Mallorca.

Gracias a internet, la comunicación entre todos estos agentes es fácil y rápida. Así, para el próximo 29 de mayo se planea una acción global, en la que todos los miembros del colectivo del mundo salgan a las calles a la misma hora. «No siempre basta con limpiar la vía pública de colillas. A veces es necesario llamar la atención para que la población se conciencie del problema», defiende Iñaki.

Como ‘La tiza de la vergüenza’, un movimiento anterior conocido como ‘No más colillas en el suelo’, actúa también en Zaragoza con la recogida de estos residuos, que suponen casi el 40% del total que se encuentra en las calles.

Por el momento, en España no se lleva a cabo ningún reciclaje de estos desechos por lo que los cigarrillos se almacenan en botellas o en otros recipientes y se tiran a la basura. «En otros países, como México o Francia, se les está dando una segunda vida. En este último caso, por ejemplo, las colillas se transforman en material para hacer neoprenos», dice Iñaki. Un objetivo al que se debería tender, en su opinión.


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Estos grupos, formados espontáneamente y sin ningún otro interés que velar por el medio ambiente, actúan paralelamente a las autoridades. En el caso de Zaragoza, el Ayuntamiento acaba de lanzar la campaña ‘Zaragoza no es un cenicero’, en la misma dirección.