Las minas de sal de Remolinos son el enclave más icónico de esta localidad de la Ribera Alta del Ebro (Zaragoza) y, además, a lo largo de la historia fueron su principal fuente de ingresos. El complejo se ubica en las montañas que enmarcan el municipio y, en su día, estuvo integrado por 90 minas. Actualmente, están inactivas y en mal estado de conservación.

Pero de aquel conjunto hay una mina, la de María del Carmen, que sigue en funcionamiento. Por lo tanto, las salinas de Remolinos siguen siendo una importante fuente de exportación de sal gema, muy abundante en este paraje y explotada en este territorio desde la Edad Media.

La Corona de Aragón, primero, y, posteriormente, varias compañías privadas nacionales y extranjeras hicieron uso de estas minas excavadas. De todas ellas, las más relevantes son la mina Real, que es la más antigua; la del Gallo, la conocida como mina de los papeles; y la ya mencionada de María del Carmen, propiedad de la sociedad Ibérica de Sales.

Esta última es la más grande y diáfana y por eso fue la única que pudo adaptarse a la nueva maquinaria minera, más grande y avanzada. Con ellas, se perfora y carga la materia rocosa, de la que se extrae la sal mediante un proceso de evaporación llevado a cabo en varias balsas o salinas visibles desde las afueras del municipio en grandes explanadas.

Actualmente no se puede acceder a ninguna de estas minas de sal por su estado de conservación y porque son de propiedad privada. Sin embargo, cualquiera puede ver y disfrutar del entorno escarpado y árido que rodea a este complejo. Para acercar al visitantes a este ecosistema hay trazado un itinerario, conocido como la ruta de las minas de sal de Remolinos.