La Misericordia, icónica plaza de Zaragoza con una tradición y trascendencia arraigadas en el corazón de la ciudad, está viviendo un periodo de declive bajo la dirección de la empresa Zúñiga & toros, SL. En solo año y medio, esta firma ha tomado decisiones que han generado controversia y descontento, desencadenando críticas por lo que se percibe como una vulgarización de la feria y una sobreexplotación de los festejos populares.

La Misericordia no es solo una estructura física; es un símbolo, un reflejo de una tradición que ha permanecido intacta durante décadas. Ha sido escenario de memorables corridas, encuentros culturales y eventos que han marcado la identidad de Zaragoza. Sin embargo, en la actualidad, esta emblemática plaza está siendo testigo de un giro que muchos consideran desacertado.

La estrategia actual de la familia Zuñiga, originarios de Valladolid, parece centrarse en maximizar las ganancias a corto plazo, priorizando festejos populares en detrimento de la calidad y el prestigio que siempre caracterizaron a La Misericordia. Esta nueva dirección no solo ha afectado la percepción local del recinto, sino que también ha tenido repercusiones a nivel nacional. Medios de comunicación de toda España, que antes enviaban corresponsales para cubrir los eventos de la plaza, ahora optan por omitir su cobertura, dando lugar a un preocupante apagón informativo.

El riesgo de este enfoque es evidente: la invisibilización. Zaragoza corre el peligro de perder un referente cultural y taurino que ha sido motivo de orgullo durante generaciones. La perspectiva de que La Misericordia se sumerja en la irrelevancia y quede relegada a un mero recuerdo del pasado, es una idea que preocupa y desilusiona a muchos zaragozanos.

Es esencial que se reconsideren las decisiones tomadas y se busque un equilibrio que respete y preserve la rica historia de la plaza, a la vez que se adaptan y modernizan sus actividades. Zaragoza merece mantener viva la esencia de La Misericordia, y es responsabilidad de todos evitar que se difumine bajo un «tufo pueblerino», como señalan críticos y aficionados. Esta decisión debe ser tomada por la Diputación de Zaragoza, propietaria del recinto taurino y responsable último de la situación de la plaza.

Precisamente, el contrato firmado entre la Diputación y la empresa fija un canon de 502.000 euros anuales (IVA incluido). La adjudicataria de la Plaza de Toros de la Misericordia debe organizar anualmente dos ciclos de festejos, la feria de San Jorge y la del Pilar.

En cuanto a los festejos populares, los cuales se han disparado y con ello se ha empobrecido la plaza, el pliego del concurso establece que la empresa adjudicataria de la Plaza de la Misericordia podrá organizar este tipo de espectáculos tanto durante los días de la feria del Pilar como en la de San Jorge.

La Misericordia es más que un espacio; es una herencia, un legado que debe ser protegido y valorado. La esperanza es que las voces críticas sean escuchadas y se tomen medidas que reviertan el actual rumbo, reivindicando el prestigio y la tradición de uno de los emblemas más importantes de la ciudad.