La elección de representantes en un parlamento democrático no depende de un consejo de administración, sino del sufragio universal. No está de más recordarlo, ahora que en los sanedrines de la demoscopia, las tertulias y los abonados al bipartidismo se sentencia a Ciudadanos de manera gratuita y a menudo un tanto frívola.


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Yo aún no he escuchado en esos respetables foros un solo motivo por el que los 4,2 millones de personas que nos votaron el 28 de abril no vayan a hacerlo ahora, después de haber cumplido nuestra promesa de no investir a Sánchez.

Tampoco han argumentado con solidez por qué debimos regalar la abstención a quien sólo contaba con el aval externo de Otegui y Rufián para seguir en el cargo. Visto lo visto, si en el PSOE de Rubalcaba no se fiaron de Sánchez en 2016, ¿por qué iba a hacerlo Ciudadanos en 2019?

El candidato designado por el Rey fracasó por cuarta vez tras no cerrar el acuerdo con su socio de Podemos. Tenían atado el programa -menos España y más impuestos- pero no el reparto de sillones. Eso es todo lo que pasó. Sánchez nunca ofreció a Albert Rivera la posibilidad de alcanzar pactos de Estado, cosa que Ciudadanos sí hizo en dos ocasiones.

«Si en el PSOE de Rubalcaba no se fiaron de Sánchez en 2016, ¿por qué iba a hacerlo Ciudadanos en 2019?»

Sánchez, el de Pedralbes junto a Torra, el que negoció Navarra con Bildu, el que tenía ya afilado un rejón fiscal de 25.000 millones de euros, nos exigía -sólo ‘porque yo lo valgo’, como en el anuncio de cosméticos- un cheque en blanco para gobernar en solitario, igual que el llanero.

En realidad Ciudadanos no vetó a Sánchez, porque Sánchez ya se había vetado a sí mismo con un proyecto personal y personalista para su nación de naciones, absolutamente incompatible con nuestro ADN liberal.

Por eso ahora no hay ningún veto que levantar, sino una propuesta de medidas sensatas para desbloquear la gobernabilidad de España; un decálogo que podría asumir como referente cualquier fuerza política; constitucionalista, eso sí.

«Ciudadanos no vetó a Sánchez, porque Sánchez ya se había vetado a sí mismo»

Tratamos de ahormar desde lo mucho que nos une un proyecto de futuro, inmune a quienes quieren romper España sembrando odio y confrontación, donde la libertad y la igualdad son derechos ganados a pulso los últimos 45 años.


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Por suerte, entre el humo, el ruido y la confusión, el 10 de noviembre no deciden los comités -de sabios, sin duda- sino millones de españoles que, desde el sentido común y la serenidad, saben distinguir la crítica y el análisis, de la cacería y el linchamiento.

Sólo con ellos queremos estar en deuda.

*Daniel Pérez Calvo es Portavoz Ciudadanos en las Cortes de Aragón