Pocas horas antes de que llegue con sus compañeros a la Base Aérea de Zaragoza conseguimos hablar con su mujer, Ana, y ver a sus hijos, que esperan la llegada de su padre tras diez días en la zona del seísmo.

«No se que han hecho cada día pero a buen seguro que no han parado de trabajar. Solo hablábamos cuando podíamos y le preguntaba ¿Estáis Bien? Cuando me decía que si ya me quedaba más tranquila«, nos cuenta su mujer que prefiere quedarse en un segundo plano mientras ayuda a sus hijos a hacer la tarea del colegio.

Ella y otras 55 familias llevan diez días sin ver a sus maridos, hermanos o hijos. Es el momento de los reencuentros. El Airbus que los trae desde Marraquech llega con retraso; casi una hora después de lo previsto.

Enrique Bascuas, Comandante Jefe del Equipo USAR, Urban Search and Rescue, es uno de los primeros en bajar del avión y dirigirse a los responsables de la UME en Aragón dando el parte de los acontecimientos, una rutina militar que siempre se lleva a cabo tras una misión. «Han sido días intensos y de mucho trabajo. Hemos llevado también perros de búsqueda y rescate», cuenta Enrique a los medios allí congregados.

«No os podéis imaginar cómo estaba todo; familias enteras sin casas, un paisaje por momentos duro y desolador. Nosotros nos hemos coordinado con otros grupos de rescate y con el Gobierno marroquí para hacer todo lo posible por encontrar supervivientes y facilitar todo lo que teníamos en nuestra mano a aquellos que lo necesitaban», relata este comandante zaragozano.

«SOLO HACEMOS NUESTRO TRABAJO»

En un momento dado, los recién llegados de Marruecos acuden a abrazar a sus familiares que les esperaban conscientes de que han estado en un lugar de alto riesgo. «Allí todo el mundo temía una réplica y vivían con esa inquietud», recuerda Enrique Bascuas.

«Fuimos como siempre, a trabajar sin descanso, a ayudar a todos los que lo necesitasen. Tenemos que dejar a un lado las emociones, que no son pocas, y cumplir con la misión», insiste este militar de Zaragoza que también ha estado en incendios, catástrofes y lugares de conflicto bélico como Afganistán.

Hoy regresan sin saber cuál será su próxima misión, su próximo destino. Lo que tienen claro es que lo harán siempre como ellos saben. Implicándose en dar todo lo que tienen. Para ellos salvar una vida ya supone un gran triunfo, y para lograrlo un lema que llevan marcado a fuego: «Para servir».