La pregunta de por qué el cielo es azul ha fascinado a la humanidad desde tiempos inmemoriales. La respuesta a este enigma se encuentra en la interacción de la luz solar con la atmósfera terrestre, un fenómeno conocido como dispersión Rayleigh.

El sol, aunque percibido como de color blanco amarillento, emite luz compuesta por diferentes longitudes de onda que corresponden a los colores del arcoíris, desde el rojo, con la longitud de onda más larga, hasta el violeta, con la más corta. Nuestros ojos son capaces de detectar este espectro de colores, percibiendo el color verde con una longitud de onda de aproximadamente cinco diezmilésimas de milímetro.

¿POR QUÉ EL CIELO ES AZUL? LAS ONDAS Y LA ATMÓSFERA TIENEN LA CULPA

La atmósfera terrestre, compuesta principalmente de nitrógeno, oxígeno y argón, así como vapor de agua y partículas como polvo y ceniza, juega un papel crucial en el color del cielo. Al penetrar la atmósfera, la luz solar se encuentra con estas moléculas y partículas.

Si son de tamaño mayor que la longitud de onda de la luz visible, actúan como espejos reflejando la luz sin cambiar su color. Sin embargo, si son más pequeñas, ocurre un fenómeno de dispersión.

Este proceso de dispersión, estudiado por el físico Lord John Rayleigh en 1870, explica que las moléculas son más eficientes para dispersar la luz de longitud de onda corta, como el azul, que la luz de longitud de onda larga, como el rojo. Por ello, al mirar hacia el cielo, vemos principalmente la luz azul dispersada, mientras que la luz directa del sol parece más amarillenta al haber perdido parte de su componente azul.

El efecto de la dispersión Rayleigh se intensifica cuando la luz del sol debe atravesar más atmósfera, como ocurre cerca del horizonte. En estos casos, la luz azul se dispersa aún más, y el cielo aparece más pálido o blanquecino.

Fuera de la atmósfera terrestre, en órbita, la situación cambia drásticamente. Sin moléculas para dispersar la luz, el sol se percibe de su color real, blanco, y el cielo aparece negro debido a la ausencia de dispersión.

Este fenómeno natural no solo nos proporciona un cielo azul durante el día, sino también puestas de sol rojizas y un sinfín de tonalidades que varían a lo largo del día y las estaciones, contribuyendo a la belleza y diversidad del paisaje terrestre.

La comprensión de la dispersión Rayleigh no solo nos permite apreciar la belleza del cielo, sino que también nos brinda conocimientos fundamentales sobre la naturaleza de la luz y la atmósfera, esenciales para áreas como la meteorología, la astronomía y la física ambiental.