En la historia de Aragón, hay episodios que parecen sacados de una novela, como el breve pero intrigante reinado de Berta de Saboya al frente del Reino de los Mallos, entre 1097 y 1111. Este microestado, ubicado en la Hoya de Huesca, contó con su capital en Agüero, un núcleo que hoy solo cuenta con 130 habitantes.

La geografía de Agüero está marcada por los imponentes mallos, formaciones montañosas de origen aluvial que se originaron hace unos 30 millones de años. Estas montañas, que son el paraíso de los escaladores, sirvieron de asiento a este singular reino.

Berta de Saboya, de quien poco se sabe, llegó a ser la reina de este territorio tras su matrimonio con Pedro I, rey de Aragón y Pamplona. Este enlace, lejos de ser una unión romántica, fue un acto de estado destinado a asegurar la sucesión real. Agüero, junto con otros lugares como Murillo de Gállego, Riglos y Marcuello, formaban parte de la dote que recibió Berta.

A pesar de la importancia de su papel, la historia de Berta está envuelta en misterio. Tras la muerte de Pedro I en 1104 y el ascenso de Alfonso I El Batallador, Berta siguió siendo reconocida como soberana en su reino, aunque siempre bajo la autoridad del rey. No obstante, se desconoce su destino final tras la disolución del Reino de los Mallos en 1111. Algunas teorías sugieren que regresó a Saboya, mientras otras, más románticas, la imaginan huyendo con un juglar.

La presencia de Berta en Aragón dejó su huella en el patrimonio arquitectónico y cultural de la región. En Agüero, se pueden admirar dos iglesias románicas: el templo parroquial de El Salvador y la iglesia de Santiago. En Murillo de Gállego, la iglesia de la Virgen de la Liena y la iglesia de El Salvador, también románicas, destacan en el paisaje.

Murillo de Gállego, ahora conocido por ser un centro de rafting, y Agüero, con sus peculiares edificaciones de piedra y símbolos protectores en sus portales, son testimonios vivos de la época en la que Berta gobernó estas tierras. Este capítulo de la historia aragonesa, aunque breve y enigmático, refleja la riqueza y diversidad de la herencia cultural y histórica de Aragón.