Con la llegada de la primavera se multiplican nuestras ganas para hacer escapadas. Y por suerte, Aragón está repleto de rincones para descubrir repletas de arte, historia y naturaleza. Recorrer los valles de los ríos que nacen en el Pirineo siempre es una buena idea. En HOY ARAGÓN ya hemos hecho rutas para descubrir los rincones que esconden el valle del Ara o el valle del Cinca.

Y hoy os proponemos un recorrido por otro de los ríos más importantes del Pirineo Aragonés, el río Aragón; un río que nace junto a la frontera francesa, y que tras recorrer el valle de Canfranc y bordear Jaca, tuerce en dirección hacia Navarra por la Canal de Berdún y el extremo norte de la provincia de Zaragoza antes de desembocar en el Ebro.

QUÉ VER SIGUIENDO EL CURSO DEL RÍO ARAGÓN

El río Aragón nace en el circo glaciar del Valle de Astún a 2050 m sobre el nivel del mar. En su cabecera, el río se nutre del agua de los ibones de Truchas y Escalar.  En este punto, junto a las estaciones de Astún y Candanchú, el río pasa entre praderas junto al puerto de Somport, punto de partida del Camino de Santiago francés en Aragón.

En su rápido descenso entre altas cimas y con la mirada siempre atenta del Anayet, el río recibe aguas de valles como Canal Roya o Izas antes de llegar a Canfranc Estación, donde nos espera la icónica Estación Internacional, ahora transformada en hotel, o la iglesia parroquial, obra del célebre arquitecto Miguel Fisac.

Villanúa es parada obligatoria en la ruta del río Aragón / Turismo de Aragón

Aguas abajo, nos encontramos con Canfranc Pueblo, donde destaca su iglesia y el puente medieval, y Villanúa, a los pies del macizo de Collarada. En esta localidad, además de su casco histórico y de sus dólmenes megalíticos, no hay que dejar de visitar la cueva de las Güixas.

La siguiente parada será Castiello de Jaca, una localidad conocida como el «pueblo de las cien reliquias» que se encuentran en una arqueta de la iglesia parroquial. Muy cerca de Castiello se encuentran las ermitas de San Adrián de Sasabe, y Santa María de Iguacel.

Tras Castiello nos encontramos con Jaca, la capital del Pirineo. En esta ciudad situada a la sombra del Monte Oroel y primera capital del Reino de Aragón, destacan su catedral románica, el Museo Diocesano, su arquitectura modernista o la Ciudadela, una fortificación militar del siglo XVI. Si te gusta patinar, la pista de Hielo es una estupenda opción.

Una vez abandonada Jaca y siguiendo el curso del río, podemos acercarnos a dos lugares situados muy cerca y que no hay que dejar de visitar, la localidad de Santa Cruz de la Serós, con su impresionante iglesia románica de Santa María, y el monasterio de San Juan de la Peña, cuna del reino de Aragón.

Santa Cilia de Jaca / Turismo de Aragón

Volviendo al cauce del río, deberemos visitar Santa Cilia de Jaca, famoso en la actualidad por el aeródromo de Santa Cilia, y Puente La Reina de Jaca, con un puente del siglo XIX que sustituye al antiguo que le dio nombre.

Desde allí, nos dirigiremos a la Canal de Berdún, donde nos encontraremos con Arrés, con su torre defensiva y su iglesia del siglo XVI. Tampoco podemos olvidarnos de Martes, un pueblo de calles medievales y una coqueta iglesia, y la capital de la canal, Berdún, un mirador excepcional del valle que esconde calles repletas de caserones.

Los restos del castillo de Ruesta / Turismo de Aragón

Ya cerca del embalse de Yesa, nos encontraremos con Mianos, Artieda (con la iglesia románica de San Martín de Tours y el Palacio de los Diezmos) y con Ruesta, una localidad con torres medievales, casonas, iglesias e incluso un barrio judío. Tiermas, un despoblado que fue abandonado al construir el embalse,  conserva los restos de un viejo balneario de origen romano, y ofrece la posibilidad de bañarse cuando las aguas del pantano están bajas.

Para acabar con esta ruta, nos detendremos en la localidad zaragozana de Undués de Lerda. Un pueblo fronterizo entre Aragón y Navarra que tiene vistas magníficas, y un conjunto urbano con torreones, casonas de piedras sillares encajadas a hueso o un nevero del siglo XIV que se utilizó hasta el siglo XIX.