El atentado de noviembre de 2015 en París, que dejó 130 víctimas en la sala Bataclan y otros puntos de la ciudad, resucitó un nombre que ya había sido señalado en varias ocasiones: Molenbeek.

Este barrio bruselense había sido ya vinculado con algunos de los atentados más sangrientos en Europa, dejando una sombra sobre Bélgica y, especialmente, sobre Bruselas.

La reflexión sobre los atentados recientes dejó al descubierto una realidad perturbadora: los autores no eran extranjeros infiltrados, sino, en muchos casos, jóvenes nacidos y criados en el mismo territorio europeo que atacaban.

Desde el ataque a la revista Charlie Hebdo hasta el atentado en Bruselas en 2016, las investigaciones siempre parecían apuntar en una dirección similar.

Si bien la historia de Bélgica con el yihadismo se remonta a la década de 1990, cuando se convirtió en un refugio para yihadistas de Al Qaeda, es en la última década cuando el país ha adquirido notoriedad.

Molenbeek, con sus 100,000 habitantes, se ha descrito como la “cuna” del yihadismo europeo. Salah Abdeslam, uno de los autores de los atentados de París, fue detenido en este barrio, confirmando la relación entre Molenbeek y el terrorismo yihadista.

Pero, ¿cómo ha llegado Bélgica a esta situación? A pesar de su rica diversidad multicultural y la presencia de la capital de la Unión Europea en Bruselas, Bélgica ha luchado por integrar a algunas de sus comunidades. En 2010, el 5,9% de la población belga era musulmana, y de ese porcentaje, la mayoría tiene origen marroquí o turco.

Es necesario mencionar que la comunidad turca ha demostrado ser menos susceptible a la radicalización en comparación con la comunidad marroquí.

Las razones son diversas, pero una de las más notables es la influencia del sufismo en el islam turco, que promueve una interpretación más moderada de la fe.

Por otro lado, la interpretación del islam en Marruecos es tradicional, y ha encontrado eco entre algunos jóvenes descontentos en Bélgica.

El pequeño país encabeza la lista de naciones europeas con la mayor proporción de ciudadanos que se unen al Estado Islámico en Siria e Irak.

La red yihadista en Bélgica no solo ha sido un exportador de terroristas, sino también un foco de captación y radicalización. La organización Sharia4Belgium, con sede en Amberes, es un ejemplo de cómo las redes yihadistas han encontrado un terreno fértil en Bélgica.

¿Qué lleva a estos jóvenes a abrazar el yihadismo? La respuesta es compleja y multifacética. Si bien la religión juega un papel, otros factores como la falta de oportunidades, el desempleo, la discriminación y la alienación de la sociedad en la que nacieron y crecieron, también son cruciales.

La falta de integración y la percepción de que el origen y el estatus socioeconómico dictan las oportunidades de éxito en Bélgica han llevado a muchos jóvenes a buscar pertenencia en ideologías radicales.

La situación en Bélgica es un claro recordatorio de que el desafío del yihadismo no se puede abordar únicamente con respuestas de seguridad.

La situación en Bélgica es un espejo de un desafío más amplio que enfrenta Europa, y la solución requiere un esfuerzo conjunto de todos los actores involucrados.