En medio de una preocupante sequía, seis millones de personas en Cataluña afrontan un estado de emergencia desde el 2 de febrero. Cataluña y Andalucía encabezan la lista de regiones españolas afectadas por la crítica escasez de agua. Mientras España contempla diversas soluciones, Marruecos, enfrentando una crisis similar, considera la siembra de nubes como parte de su estrategia.

Marruecos ha invertido 160 millones de euros en el programa «Al-Ghaith» entre 2021 y 2023, utilizando la siembra química que implica inyectar sustancias como la sal y el yoduro en las nubes para aumentar la precipitación. Aunque se ha sembrado nubes durante décadas, su eficacia genera dudas.

La técnica se basa en lograr que las nubes descarguen más agua, incluso en condiciones desfavorables, como altas temperaturas. Otros países, como China y Emiratos Árabes Unidos, emplean métodos más avanzados, como drones que aplican descargas eléctricas para inducir la lluvia.

Expertos de la AEMET señalan que el uso de compuestos como el yoduro de plata o el cloruro sódico se considera seguro en bajas concentraciones, pero la efectividad general de estas técnicas sigue siendo cuestionada. La ubicación, tipo de nube y condiciones atmosféricas únicas dificultan la medición de resultados.

En España, se exploran alternativas como la captación de agua de niebla en Canarias y el impulso de desaladoras sostenibles en Andalucía. Mientras algunos advierten sobre la ineficacia y los altos costes de la lluvia artificial, otros buscan soluciones más sostenibles para mitigar la sequía.

La crisis hídrica plantea la necesidad de un enfoque integral, donde la ciencia, la tecnología y la sostenibilidad se combinen para enfrentar los desafíos del cambio climático y garantizar el suministro de agua a las poblaciones afectadas.