En la región de Terra de Miranda, ubicada en el noreste de Portugal, se encuentra un tesoro lingüístico poco conocido: el mirandés, el segundo idioma oficial del país. Aunque suena similar al portugués, este idioma forma parte de la rama asturleonesa, comparte raíces con hablas tradicionales de León, Asturias y Zamora.

Aislado en Terra de Miranda durante siglos debido a las condiciones geográficas, el mirandés se transmitió oralmente desde el latín popular. A pesar de su origen humilde, fue declarado idioma nacional en 1999, destacando sus características únicas frente al portugués. Sin embargo, su supervivencia se ve amenazada, con alrededor de 3.000 hablantes según una encuesta de 2020, y proyecciones que sugieren su posible extinción para 2040.

El mirandés, marginado durante años, ha luchado por ser reconocido. En 2008, se desarrolló una convención ortográfica para definir reglas de escritura y enseñanza. Alcides Meirinhos, miembro clave en la promoción del mirandés, destaca que «la lengua mirandesa es principalmente un habla«.

El escritor Alcides Meirinhos, también impulsor del mirandés, recuerda cómo el idioma estuvo marginado en su juventud, pero hoy ve un cambio positivo. Aunque enfrentó desafíos al ser señalado por hablar mirandés en lugar de portugués, Meirinhos ve en las nuevas generaciones un resurgimiento del interés y el orgullo por el idioma.

La introducción del mirandés en el currículo escolar y la traducción de obras literarias han contribuido al renacimiento del idioma. La música, especialmente a través de grupos como Galandum Galandaina, ha desempeñado un papel crucial en su preservación.

A pesar de estos esfuerzos, Alcides Meirinhos destaca la importancia de la firma y ratificación por parte del Gobierno portugués de la Carta Europea de las Lenguas Regionales o Minoritarias para impulsar aún más la revitalización del mirandés.

Aunque enfrenta desafíos significativos, Meirinhos es optimista sobre el futuro del mirandés. Ve un cambio de paradigma donde la identidad mirandesa, expresada a través de su lengua única, se convierte en motivo de orgullo para jóvenes y adultos por igual. Con una nueva generación que abraza su lengua como parte integral de su identidad, el mirandés lucha por preservar su legado en el crisol lingüístico de Portugal.