«¿Por qué no se digan nuestros responsables a pasar una de nuestras jornadas laborales a más de 40 grados en una torre?» , dice un trabajador de PFV, ‘Puesto Fijo de Vigilancia’ que prefiere, por el momento, mantenerse en el anonimato.

Dice que el personal que trabaja en estas torres conocidas como «puestos fijos de vigilancia» en Aragón tienen muchas carencias. «Somos los ojos del monte y tenemos que estar cuando las condiciones son extremas», dice uno de ellos. Y además asegura que, tanto en la mayoría de las casetas y las torres metálicas, que están a 14, 15 y 20 metros, no reúnen las condiciones básicas de trabajo y habitabilidad.

Por esto reclaman que los puestos fijos de vigilancia sean dignos. «Llegamos a temperaturas de hasta 44 grados en una torre o casetas de chapa metálica». Añaden que la media hora que les cuesta subir al puesto corre por cuenta de los trabajadores, además de las reparaciones de sus vehículos cuando lo hacen. «Tenemos que subir por caminos duros que no están en las mejores condiciones y ahí los vehículos se resienten». Si se estropea el coche por cualquier motivo o cae una pedregada mientras trabajamos, tenemos que repararla nosotros» apunta, y no tienen compensación o seguro que lo cubra.

Aseguran que cuando bajan de los puestos, en algunas ocasiones, no hay cobertura. «Si a una persona le pasa algo en ese camino, como un compañero que el año pasado se despeñó y lo encontraron al día siguiente, nadie se entera», afirma.

COTIZAR EL 100%

Así, cuando les pasa algo, intentan comunicarse por radio con otros compañeros y entre ellos. Insisten además que quieren que su trabajo cotice al 100% en la Seguridad social, porque ahora, aseguran, no llega al 93%.

Es el día a día, según explican, de un trabajo que durante estos meses se antoja muy importante por las altas temperaturas y el riesgo que existe de incendio en muchos puntos de Aragón. Un riesgo que ellos evalúan y detectan, porque sin sus ojos muchas veces el desastre podría ser mayor.