Se llama Elías Horna Arguedas, tiene 33 años y como los casi 2.000 aragoneses desalojados por el incendio que se originó en el término municipal de Ateca, tuvo que salir de casa con lo puesto. «Recuerdo que nos dieron 10 minutos para salir y tuve la suerte que ya tenía una maleta medio hecha de un viaje que acababa de realizar», explica.


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La mesa de mezclas de Dj y algunos juegos ya los llevaba en el coche. Con eso dejó su casa hace ya dos días y acabó como muchos de sus convecinos en el pabellón polideportivo de Nuévalos. «La gente no hacía más que mirar el móvil con cara de pánico, viendo la evolución de las llamas y temiéndose lo peor. Así que decidí hacer algo para simplemente distraerles«, argumenta este joven de Alhama de Aragón, una de las cinco localidades desalojadas por un incendio que ha calcinado más de 14.000 hectáreas.

Cuenta a HOY ARAGÓN que decidió dar una nota de color y sacó su mesa de mezclas con la mejor de sus intenciones. «La mayoría era gente mayor así que puse pasodobles y coplas; alguno incluso se animó a bailar pero lo que si hicieron todos es agradecerme el gesto«, recuerda. En las horas más difíciles, y cuando alguien está hundido, insiste, no hay mejor terapia que la música. «También llevé juegos de mesa y los saqué pero no tuvieron tanto éxito», admite entre alguna risa.

Incluso llegaron a hacer un bingo en el que todos participaron. «La idea era que pareciese otra cosa; sacar lo mejor de nosotros que lo tenemos y demostrar que aunque nos vengan mal dadas siempre vamos a tener ánimos para seguir adelante», explica Raquel, otra vecina de Alhama de Aragón.

«LES DEBEMOS ALGO»

Fue tal el ambiente generado en un momento que parecía que el incendio no se estaba produciendo. «Estábamos como en casa, y eso se lo debemos también a los vecinos de Nuévalos, que nos acogieron como si fuésemos sus hermanos», recuerda Elías.


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De hecho, varios vecinos de Alhama ya han estado hablando de un posible hermanamiento entre ambas localidades de la provincia de Zaragoza. «No se si se llevará acabo el hermanamiento, lo que si queda claro es que les debemos algo. Necesitamos darles las gracias de alguna manera, con una comida, o una celebración cuando todo esto pase y estemos mejor», insiste este joven.

Su iniciativa y las ganas de aportar consiguieron durante unas horas que muchos aparcasen ese miedo, esa desazón de dejar su casa viendo las llamas en el horizonte. «No soy bombero, pero creo que todos podemos aportar algo aquí, y eso es lo que simplemente hice». Un gesto que muchos todavía le están agradeciendo.