A menudo el cliente de obra nueva tiene sus dudas a la hora de conocer la calificación energética de la vivienda que le interesa. Esta cuestión, que ha cobrado especial relevancia en los últimos tiempos por razones medioambientales y de control del gasto en electricidad y gas, es una de las que más preocupa a la hora de tomar una decisión inmobiliaria.

La mayor calificación energética existente es la certificación ‘Passivhaus’, un estándar para la construcción de viviendas que se originó en 1988 y se basa en levantar construcciones con gran aislamiento térmico, un riguroso control de infiltraciones y una máxima calidad del aire interior, además de aprovechar la energía del sol para una mejor climatización, reduciendo el consumo energético en el orden de un 70% respecto a las construcciones convencionales.

Comparado con la normativa vigente actual en Alemania, gasta aproximadamente un 80% menos de energía para su acondicionamiento térmico. En el caso de Passivhaus España, y ya que nuestro país tiene un clima menos severo, se puede llegar a una mejora del 60% respecto al consumo estándar de un edificio nuevo, y se consegue así la mejor clasificación energética posible: clase A.

Para alcanzar estos máximos estándares de eficiencia se deben tener en cuenta una serie de principios relativos al aislamiento, la carpintería, la hermeticidad, los puentes térmicos y la ventilación.

Respecto al aislamiento, como explican desde el Grupo LOBE, se lleva a cabo tanto en suelos como muros y techos de la envolvente de la casa. La envolvente es la barrera que aísla del frío y calor exterior con distintas capas. Por su parte, la carpintería se establece con cerramientos de pvc con tres cristales de tratamiento especial y cámaras de aire. Los marcos, además, juntas de goma para garantizar una buena hermeticidad.

De hecho, el tercer principio es la hermeticidad, con un sellado interior para evitar la entrada del aire y pérdidas indeseadas. Los edificios certificados como ‘Passivhaus’ se realizan al menos dos tests de hermeticidad por vivienda, para comprobar que las infiltraciones son 10 veces menores que en un edificio convencional.

El cuarto principio es el control de los puentes térmicos. Elementos como los pilares de fachada se tratan y se calculan para evitar fugas. Por último está la ventilación mecánica con el recuperador de calor, lo que permite poder ventilar el hogar sin necesidad de abrir las ventanas y, de este modo, no perder temperatura en el procedimiento.