En un giro impactante para el mundo del fútbol femenino, el expresidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), Luis Rubiales, enfrenta una sanción de tres años por parte de la FIFA debido a su comportamiento inapropiado durante la ceremonia de entrega de medallas tras la final de la Copa del Mundo en Sídney, Australia.

Según el informe de la Comisión Disciplinaria de la FIFA, Rubiales fue acusado de besar de manera forzosa a una jugadora inglesa en la cara y posteriormente a Jenni Hermoso sin su consentimiento. La presidenta de la Asociación de Fútbol Inglesa, Debbi Hewitt, describió cómo Rubiales «actuó con una sensación de completa impunidad», tocando y acariciando a las jugadoras de manera incómoda.

En respuesta a las acusaciones, Rubiales contraatacó calificando a Hewitt de «hipócrita» y argumentando que sus abrazos también podrían interpretarse como contacto físico no consentido. La comisión, sin embargo, destacó que estuvo tentada de imponer sanciones más severas por su comportamiento.

El informe revela además alegaciones de tocamiento inapropiado y gestos misóginos por parte de Rubiales, quien intentó justificar un toque en los genitales como un gesto dedicado a Jorge Vilda, lo cual la FIFA condenó como un acto «del siglo pasado» y «sexista».

La sanción de tres años impuesta a Rubiales busca reflejar el daño causado al mundo del fútbol y la moral de las futbolistas, especialmente aquellas que acababan de ganar la Copa del Mundo. La FIFA concluye que el comportamiento de Rubiales es «inaceptable e inexcusable», desacreditando el deporte y la federación a nivel mundial.

Este escándalo plantea preguntas sobre la conducta ética de los líderes deportivos y destaca la importancia de mantener estándares de respeto en todos los niveles del fútbol, especialmente en el creciente ecosistema del fútbol femenino.