Desde tiempos inmemoriales, el fútbol ha sido mucho más que un deporte; es un reflejo de nuestra sociedad, de nuestras culturas y, en ocasiones, de los cambios geopolíticos y económicos en nuestro mundo globalizado.

El desembarco de capital extranjero en el accionariado del Real Zaragoza por primera vez en la historia y la reubicación de la presidencia en Miami, Estados Unidos, con Jorge Mas a la cabeza, generó asombro, escepticismo y, por qué no decirlo, cierta preocupación entre la afición y el tejido social aragonés.

No obstante, con el paso del tiempo, las acciones hablan por sí solas, y es evidente que el nuevo rumbo del club aragonés va más allá de las coordenadas geográficas.

Tras una etapa marcada por turbulencias financieras y deportivas, tanto en la época oscura de Agapito Iglesias y la incursión de César Alierta y la Fundación 2032 para salvar el proyecto de la ruina, el Real Zaragoza necesitaba un giro, un nuevo aire que le devolviera a su sitio en el panorama futbolístico.

Y aunque al principio la inversión extranjera y las decisiones tomadas podían parecer un salto al vacío, hoy, con perspectiva, podemos afirmar que fue un salto hacia un futuro más prometedor.

El nuevo liderazgo ha demostrado no solo solvencia económica, saldando deudas y elevando el techo de gasto para formar una plantilla competitiva, sino también visión y compromiso a largo plazo. Un compromiso que se traduce en la renovación de jugadores clave, en inversiones pensadas para el futuro y en una decidida apuesta por regresar a Primera División.

La reciente firma del protocolo para la construcción de un nuevo estadio, La Romareda, bajo el diseño del reconocido arquitecto César Azcárate, no solo es un paso adelante en términos de infraestructura.

Es una declaración de intenciones, una apuesta por un futuro brillante y un compromiso inquebrantable con la afición zaragocista. Que la firma de ese compromiso estuviera estampada por Jorge Mas como presidente y principal rostro de la implicación de los inversores americanos es todo un símbolo.

En tiempos de incertidumbre global, donde el fútbol está marcado por cifras astronómicas y decisiones que muchas veces parecen alejadas de la pasión y la tradición, es reconfortante ver a un club como el Real Zaragoza, con una rica historia y una afición inquebrantable, abriéndose a nuevos horizontes sin olvidar sus raíces.

El Real Zaragoza de Jorge Mas y los suyos ha liquidado toda la deuda con Hacienda, está implicado en hacer un equipo competitivo para volver a Primera División y está comprometido con un nuevo estadio de La Romareda para ser la casa del club y de todos los aragoneses.

Porque, al final del día, el fútbol es y siempre será del pueblo, y en Zaragoza, ese sentimiento está más vivo que nunca.