5.000 millones de euros es la inversión prevista por el consorcio público-privado de Seat, Volkswagen e Iberdrola para crear en España la primera fábrica de baterías para coches eléctricos, esa cuya ubicación subasta actualmente el Gobierno de España al mejor postor y no precisamente sobre la base de criterios económicos. ¿Por qué es deseable tener una o varias fábricas de baterías para la electromovilidad en España? Veamos algunos datos.


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China produce el 61% de las baterías para coches eléctricos que se fabrican en el mundo; otros países asiáticos, como Corea del Sur, el 21% y EEUU, el 10%. En Europa apenas se produce el 3%. No es de extrañar que un coche eléctrico en China resulte un 50% más barato que en Europa, aunque este no sea el único motivo. En la transición de la industria automovilística hacia el coche eléctrico, el mundo, pero especialmente Europa, depende de los fabricantes chinos de baterías.

Segunda reflexión: durante las últimas semanas hemos asistido estupefactos a parones continuos de la producción de los principales fabricantes de coches y de electrodomésticos en España, por falta de suministro de microprocesadores que, oh, sorpresa, se fabrican mayoritariamente en EEUU, Corea del Sur y Taiwán.

En la guerra económica abierta el año pasado por la Administración Trump contra China por la hegemonía económica mundial, el gigante chino Huawei fue boicoteado por los productores norteamericanos de microprocesadores, que dejaron de suministrarle. En Europa no hay ningún gran productor de semiconductores, por lo que la Unión Europea trabaja en un plan para que en el año 2030, el 20% de la producción mundial de chips se sitúe en Europa. Largo nos lo fían.

Tercer dato: 2021 se ha inaugurado con la mala noticia de una escasez mundial de acero sin precedentes. Aunque la Unión Europea sigue siendo el mayor productor mundial, China, con el 36% de la producción, consume el 50% del acero que se produce en el mundo. En esta situación, la industria europea asiste a incrementos de precios superiores al 40% en la compra del acero necesario para sus fábricas.

En España, la principal industria es el turismo, brutalmente golpeada en el último año por las restricciones a la movilidad derivadas de la pandemia COVID. Las ayudas públicas de los últimos años a las empresas ponen el foco en la digitalización, mientras que si algo hemos aprendido con dolor en el último año, es que carecemos tanto de una industria potente que nos garantice abastecimientos básicos, como de apoyo a la investigación que haga avanzar nuestra sanidad y nuestra independencia industrial.


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El Gobierno de Aragón tuvo la visión, hace varios años, de intentar atraer a Aragón a algún fabricante chino de baterías eléctricas, aunque dicho intento no fructificó. Ante el bochornoso espectáculo de un Gobierno de la Nación indigno que no busca el bien común, sino su propia supervivencia, no queda otra que reclamar la colaboración entre los Gobiernos regionales y la iniciativa privada, para desarrollar proyectos de inversión de carácter industrial que fortalezcan nuestra independencia económica, vertebren el territorio y ayuden a contener las escalofriantes cifras de paro que se avecinan cuando acaben los ERTE.