El debate sobre quién ha sido el mejor alcalde de Zaragoza se merecería una conversación larga y tendida. Sería discutido y discutible. Eso sí: nadie dudaría de quién ha sido el peor alcalde de la ciudad. Lo dijeron las urnas y aún lo recuerda la calle. Luego le llegó el turno de ostentar el mando de la ciudad al popular Azcón y ya han pasado dos años de gestión municipal. El tiempo pasa para todos los gobiernos y la legislatura termina a lo que te das cuenta. Los proyectos tienen que empezar a ser tangibles o todo quedará en palabras. Es el ecuador de las expectativas electorales y el inicio de las frustraciones de tus votantes.

El mensaje del gobierno de PP y Ciudadanos tras dos años está claro: insistir en la herencia de parálisis y deuda recibida por la izquierda, atraer inversiones millonarias de alto valor añadido y reactivar los proyectos históricos. ¿Lo han conseguido? La fotografía estos últimos días es clara: la creación de la primera biorrefinería urbana de Europa con una inversión de 23 millones; la presentación del nuevo hospital privado de Quirón por más de 100 millones y la creación de 1.000 empleos; o la revolución en la movilidad sostenible garantizando que todos los autobuses serán eléctricos con el nuevo ‘ie tram’. Es evidente que hay un cambio. Hay un gobierno. Y hay un alcalde. Sin olvidar que todo ello se ha conseguido en plena pandemia histórica con la ciudad patas arribas.

Es injusto compararse con el anterior gobierno de Zaragoza en Común donde el sectarismo fue la tónica de una política basada en el ombliguismo de la izquierda. Entre huertos urbanos y charlas de terroristas confesos, por ejemplo. Y desde luego dista mucho de los años de crisis económica que lidió el PSOE en los últimos coletazos de Juan Alberto Belloch. Puede parecer lo normal y esperable pero no es poca cosa decir que hay un Ayuntamiento que se mueve y que es capaz de reactivar la ciudad tras la resaca de más de una década de la Expo.

Es cierto que más fácil aún se lo pone una oposición desnortada donde sin liderazgo aún esperan un error del gobierno para que logren brillar unos minutos en un informativo. A día de hoy por su capacidad poco pueden hacer. Ni la líder socialista Ranera que aún busca un hueco donde poder atizar al gobierno ni los ex gobernantes de Podemos y Zaragoza en Común saben cómo hacer olvidar su mandato. Es tan sólo VOX quien tiene la sartén cogida por el mango para condicionar las políticas de Azcón. La dupla Julio Calvo y Carmen Rouco pueden poner patas arriba a este gobierno. Otra cosa es que sean capaces: pueden condicionar políticas o los propios presupuestos pero nunca harán caer al gobierno PP-Cs. La alternativa de izquierdas sería su sepultura electoral si lo permitieran. Desde VOX todo son reproches de cara a la galería al asegurar que no ha habido ningún cambio de calado y que el gobierno PP-Cs es continuista porque sólo pequeñas pinceladas ideológicas pueden modificar.

Es cierto que dos años no dan para ver proyectos finalizados; pero sí para activar una ciudad enquistada en la inacción. Hay debates que han vuelto a sonar después de años en un cajón: la ampliación de Tenor Fleta, la vuelta de inversiones millonarias como Becton Dickinson o el urbanismo de barrio con la renovación de calles y plazas. Y sí, también ha habido tiempo para poner guapa a la ciudad con flores y festivales culturales. ¿Es frívolo en una situación actual? Haya cada cual con su valoración. Pero nadie duda que las ciudades se visten y se deben enseñar para captar turismo, atracción de empresas y mejorar el sentimiento de vecindad.

El tándem PP y Ciudadanos también ha sabido capear todos los temporales nacionales: desde las dudas del PP como posible relevo del ‘sanchismo’, la caída casi a la irrelevancia de Ciudadanos y el atosigamiento de VOX. El gobierno de Azcón no es ni monocolor ni uniforme. Lo decía la vicealcaldesa Sara Fernández: «El PP no es Cs y Cs no es el PP pero juntos conformamos un Gobierno en sintonía. Somos dos partidos pero un solo equipo«. Y esa es la base de un gobierno que en dos años no ha tenido tensiones ni fuertes roces.

Sin embargo la gran duda atosiga al equipo municipal de Jorge Azcón: ¿serán capaces de llegar al fin del mandato con una hoja de servicio tan provechosa como para lograr la mayoría de los votos y revalidar el gobierno? Es una incógnita que todo gobierno tiene y este no es para menos. El ritmo que imprime el alcalde Azcón a sus concejales cada día es más que exigente, pero las cosas de palacio, van despacio. Entre los procesos administrativos y los apoyos necesarios de la oposición -especialmente de VOX- no se puede lograr en pocos años unos objetivos tan ambiciosos. Habrá, sin duda, grandes proyectos que planifica el gobierno que no verán la luz nunca o al menos no lo harán en esta legislatura.

El hospital Quirón es un gran ejemplo porque los meses necesarios para finalizar la obra no llegarán antes del cierre de la legislatura. Le sucedió a ZEC: proyectaron la reforma del Mercado Central y lo inauguró el alcalde Azcón. Los dos años restantes son fundamentales para lograr ver algo más tangible a la idea de Zaragoza que tiene el alcalde Azcón. Las encuestas publicadas apuntan a que el respaldo de la ciudad es más que evidente pero aún hay legislatura para cambiar la ciudad. Porque dos años más, son dos largos años más. Y los vaivenes de la política cada vez nos avisan de que no demos nunca nada por sentado.