Ya tenemos boda. A falta de ceremonia, ya se han dado el sí y somos muchos los que lo celebramos. Y han sellado su compromiso con un acuerdo de 80 puntos perfectamente asumible por los votantes de las dos familias. Incluso, diría yo, por muchos de los que no les han votado.

Más allá de derogar la ley de Memoria y otros pocos asuntos que sola una izquierda viejuna reivindica, lo cierto es que las 80 medidas son puro sentido común y algunas, para los amantes del gasto público, hasta muy keynesianas; al menos, en este pacto, ese mayor gasto parece orientado a asuntos más productivos.

Así que mi felicitación a los novios y, como soy de los que lo celebran, aquí va mi regalo: un consejo; pero no mío, que no soy quien. Yo les regalo el consejo de un nobel, el que le daba Milton Friedman a Reagan. Aquél, en «La tiranía del statu quo» (1984), se refería al triángulo de hierro que forman burócratas, políticos acomodados en las estructuras de los partidos y otros grupos de presión que, dependientes de las subvenciones, normas, contratos, etc, que les benefician, impiden las reformas y mantienen la inercia del statu quo.

Todos ellos forman grupos (profesionales, sindicales, empresariales, etc) que luchan, directa o indirectamente, contra los cambios. Son grupos beneficiarios del orden existente que, al haberse introducido en Gobiernos y Administraciones tienen más poder de influencia o connivencia con medios de comunicación, creadores de opinión, intelectuales, técnicos y académicos aliados en mantener ese estatus.

Friedman concluía que, si no se impulsan las reformas en los primeros nueve meses, el triángulo de hierro las bloquea. Ese triángulo también existe en Aragón y ya se le irá viendo el plumero. Así que no hay tiempo que perder. ¡Suerte y palante!