Ser Policía o Guardia Civil no es fácil.  Donde nadie se atreve y donde nadie quiere ir, allí acuden.   

Además de ser un trabajo duro, ya no físicamente, sino mentalmente, cuentas con una desprotección en todos los sentidos, pero sobre todo el plano jurídico.  

Pongamos un ejemplo: Unos policías acuden a una llamada de un señor que ha intentado apuñalar a su familia con un cuchillo. Suben los policías con un escudo y las defensas reglamentarias. El individuo,  por supuesto hace caso omiso y arremete contra los agentes por lo alto del escudo y los laterales. ¿Con que finalidad? Con la de causar lesiones graves o la muerte, eso está claro.  

De los embistes, los policías acaban en el suelo y el escudo roto. En ese momento, y ante el riesgo inminente de muerte o lesiones graves, abren fuego con su pistola reglamentaria. Disparan a zonas no vitales, pero el individuo fallece. Intervención durísima. Ha fallecido una persona y casi falleces tú, y tus compañeros.   

Lo normal sería decir que son héroes, pero no. Ahora empieza la otra batalla, la judicial. Ahora tienes que estar años para justificar el uso de la pistola y los disparos por los que ha fallecido el delincuente.  

Lo que para la gente lega en derecho sería una acción justa, para la propia justicia son imputados, y tendrán que defender su inocencia en un juicio que los podría condenar a prisión o absolver.  

Lo cierto es que, de momento, se les imputa por hacer bien su trabajo y por salvar sus vidas, y las de muchos. Pero claro, eso no cuenta.  

Otra intervención: Unos individuos en una calle; se genera una pelea multitudinaria. Persiguen a uno  que se escapa a su casa. No contento con el hecho de poder huir de los agentes, sube a su casa  y coge un “cuchillito” de 62 centímetros de hoja y baja para darles “unas caricias a los policías y córtales las puntas que llevaban el pelo algo largo”.  

Los policías disparan; en este caso, el tiroteado no fallece, con lo cual no van imputados. Eso sí, según la justicia, los hechos no son tentativa de homicidio, porque claro, no se ve claro que haya una intención manifiesta de matar. ¿Cuál era la intención? Juzguen ustedes mismos.  

Lo que cuento, que parece ficción, es la realidad de la vida y con la que viven los policías en las intervenciones donde se les llama. Por eso hay intervenciones en las que muchos policías no se atreven a usar el arma reglamentaria, y porque luego empieza su ‘vía crucis’ judicial.  

Tendría que ser obligatorio que los operadores jurídicos se fueran a patrullar por las noches con estos policías que, por vocación, y en cumplimiento del deber, se juegan la vida por nosotros.  

En una intervención, si te hieren y casi mueres, o te quedas tuerto, o herido de gravedad acabas siendo un héroe. Eso sí, como consigas repeler la agresión y no tengas heridas graves, empieza tu calvario.  

¿Qué solución hay a todo esto? Proteger jurídicamente a quienes nos protegen. Si seguimos así, llegará un momento que los policías se negarán a llevar la pistola como dotación y cuando empiecen a morir asesinados es cuando nos daremos cuenta de lo que valen. Pero claro, mientras tanto, a seguir imputándolos, que es gratis.