«Te das cuenta cuando llegas aquí de los importante que es esta sala; sin ella todo sería un caos». Se llama Jorge y está al mando de uno de los turno de trabajo del Centro Inteligente de Coordinación Mando y Control, conocido en el argot policial y técnico como CIMMAC.

Los agentes de Policía Nacional que trabajan aquí lo hacen en turnos para cubrir los 365 días del año y las 24 horas de cada día. Ninguna llamada de emergencias al 091 en Aragón se puede quedar sin respuesta.

Hoy Jorge va de turno de noche pero nos atiende para contarnos que en esta sala se reciben múltiples llamadas, no solo de ciudadanos, también de otros organismos, policías, instituciones, y hay que hacer que todo se coordine a la perfección.

Tienes que ser rápido y solucionar el problema. Mandar el servicio donde se requiere y no cometer errores. Ese es nuestro trabajo; somos más cerebro que músculo», repite Jorge.

Por ejemplo, en una llamada de un posible caso de violencia de género hay que mandar una patrulla al lugar, mantener al habla a la persona que ha llamado, sacarle toda la información posible y alertar de posibles consecuencias según la gravedad de la situación. «No puedes dejarte nada sin cubrir. Cualquier descuido puede poner a alguien en peligro», insiste este Policía Nacional.

Todas las llamadas que reciben en esta sala quedan grabadas y pueden ser requeridas, en alguno de los casos, por un juez. El trabajo de estos policías es tan importante que las decisiones que toman tienen su reflejo constante en la calle.

«Todas las llamadas se investigan; nunca damos una por perdida, y hasta que no se investiga y esclarece no nos detenemos», dice Jorge, que coordina un equipo de cinco personas pero que, como él dice, es uno más para ayudar a resolver situaciones.

MIL LLAMADAS EN SEIS MESES

Cuenta este policía nacional que hay una persona que les han llamado hasta en mil ocasiones en los últimos seis meses. «Es una persona con problemas psicológicos que nos llama para insultarnos pero hay que atenderla igual», dice.

La otra cara de la moneda, las personas que necesitan que alguien les escuche. En esta sala de CIMACC pueden atender y derivar emergencias de una gran catástrofe como hacer compañía a una persona que se siente sola o que tiene incluso tendencias autolíticas. «Estamos con ellos siempre. Para mucho que alguien habla por redes sociales con una persona que dice que se quiere suicidar y nos llamar para advertirnos. Entonces sacamos el mayor número de datos posibles para encontrarla y evitarlo», explica Jorge.

Situaciones complejas que se resuelven delante de una pantalla y con unos cascos puestos de una sala para muchos desconocida que un periodista aragonés llamó con mucho acierto en el momento en el que la conoció ‘el cerebro que nunca duerme’.