Daniel Sancho (29 años) ha sido recluido en una prisión en la isla de Koh Samui, en el sur de Tailandia. Su ingreso en la cárcel se produjo después de que confesara el asesinato de Edwin Arrieta, un cirujano plástico colombiano de 44 años. Sancho, hijo del actor Rodolfo Sancho (48), desmembró a su íntimo amigo y socio del restaurante en el que trabajaba en Madrid.

Los eventos se desarrollaron hace una semana. Desde el miércoles pasado, 2 de agosto, día del crimen, se ha estado llevando a cabo una investigación exhaustiva para esclarecer los hechos. A medida que avanza la investigación, se han ido revelando los detalles de este trágico suceso. Las acusaciones entre los involucrados son un punto de partida esencial.

El joven afirmó que Edwin le hacía la vida imposible, sintiéndose en una «jaula de cristal». Esta tensa situación surgía después de una relación previa entre ambos, a pesar de que el supuesto autor del homicidio tenía una novia.

Sancho y Arrieta se conocieron hace meses y llegaron a intercambiar fotos íntimas. El colombiano incluso destinó 10.000 euros al restaurante donde Sancho trabajaba. Según informó el Bangkok Post, Daniel Sancho reveló que mantuvo encuentros sexuales con Edwin durante un año. Se conocieron a través de Instagram, y tras estas relaciones, Arrieta amenazó con publicar las fotos íntimas compartidas. Según Sancho, Edwin llegó incluso a insinuar que dañaría a su familia.

Según su testimonio, Daniel Sancho planeó el crimen después de estas amenazas. Ambos se citaron en la isla de Koh Phangan la semana pasada. Tenían la intención de pasar unos días juntos en un hotel de esta zona del sudeste de Tailandia, conocida por su famosa Full Moon Party. Fue en la habitación del hotel donde se desencadenó el trágico suceso.

El joven había preparado el crimen meticulosamente, adquiriendo herramientas para llevar a cabo el asesinato y el posterior descuartizamiento. Luego, durante la noche, atacó a Arrieta en la bañera y procedió a desmembrar su cuerpo, esparciendo los restos por la isla, tanto en tierra como en agua. Después de denunciar su desaparición, Sancho finalmente confesó y colaboró con la policía tailandesa para aclarar el crimen.

Tras su cooperación con las autoridades, Daniel Sancho fue detenido y luego trasladado a la prisión federal de Koh Samui, la isla más grande de la región. Somsak Nurod, jefe de investigación de la comisaría de Koh Phangan, anunció que Sancho será acusado de asesinato premeditado, un delito que conlleva la pena de muerte en Tailandia.

Sancho no podrá cumplir parte de la sentencia en España, y aunque se contempla la posibilidad de extradición, es un proceso complicado. «Hay suficientes pruebas y ahora depende del tribunal iniciar el juicio», afirmó Nurod. Mientras tanto, Sancho pasa sus días en la prisión sin contacto cara a cara con el resto de los reclusos, muchos de ellos conocidos pandilleros o delincuentes adscritos a mafias locales. Según los informes de los medios locales, la prisión está rodeada de una densa vegetación tropical y se encuentra cerca de un centro de meditación.

Dentro de la prisión, Sancho solo puede desahogarse con su abogado tailandés, Khun Anan, quien está familiarizado con casos de extranjeros encarcelados en la isla, principalmente por tráfico de drogas. Según el director de la prisión, Sancho parece estar tranquilo, aunque su estado de ánimo ha fluctuado a lo largo de la noche. La prisión preventiva puede durar hasta 84 días antes de que comience el juicio, según informa la agencia Efe.

Sancho ha presentado algunas solicitudes, incluida la obtención de medicamentos para el estrés, alimentos y la posibilidad de hablar con su familia. Además, se le ha cortado el pelo, ya que anteriormente tenía una melena larga. La embajada española en Bangkok está interviniendo en el caso. Los internos usan colchonetas en lugar de camas para dormir. Por ahora, Sancho está en aislamiento junto con otros cinco presos debido a la COVID-19.

La rutina en la prisión de Samui comienza a las seis de la mañana. Un silbato reúne a los aproximadamente 800 reclusos para el primer recuento del día, ya que comparten celdas con hasta 45 personas. Luego, hay tres horas hasta la hora de la ducha. A lo largo del día, se ofrecen un total de 16 duchas, por las que compiten los presos.

Antes de desayunar, suena el himno nacional de Tailandia. Hay una tienda dentro de la prisión que ofrece productos básicos de higiene, y los internos pueden comprar productos con dinero enviado por sus familiares. Las visitas son permitidas de lunes a viernes, y los internos pueden comprar alimentos y agua. Las camas son en realidad mantas, se proporcionan tres unidades por persona, que se utilizan como colchón, almohada y abrigo.