Es una pasión que lleva muy adentro. Todos los casos que ha seguido y en los que ha intervenido le han dejado una huella que, de una manera u otra, tenía que sacar a la luz. «No son casos personales de manera directa pero si protocolos, maneras de actuar ante un crimen que en otras novelas que he leído no se ajustan a la realidad», explica.

Él si se ha ajustado, y mucho, con un perfil de una agente del FBI y otro de un asesino en serie en la novela «Peregrino», una novela que ya está en la calle. Un thriller, como no podía ser de otra manera, de cómo se da caza a una mente corrompida que hace del Camino de Santiago su particular coto de caza en el que busca a sus víctimas. «Lo más difícil es dar con un asesino que no tiene ningún vínculo con sus víctimas», recuerda Otero.

Es vigués pero tiene una vida vivida en Aragón y ha conocido de cerca alguno de los horrores que se han producido en esta comunidad. «Igor el Ruso asesinó a dos guardias que conocía bien. Les tiroteó cuando no tenía por qué. Igual que hizo con Iranzo; podría haberle apuntado con el arma para llevarse su coche, pero le disparó y mató. Es la forma de comunicarse con la sociedad de estas personas que se creen superiores, llamados o elegidos por Dios para sus propósitos. Si estuviese libre seguiría matando», sentencia.

Cuando le preguntamos por lo que ha visto, cosas que en parte se reflejan en su escritura, en su manera de contar esta historia, nos habla de un caso, el de Fernanda. «Fue en 2007 y yo estaba destinado en Tenerife. Fernanda, una chica de 15 años, sufría acoso por parte de sus compañeras de colegio. Para no volver con ellas andando buscó un camino alternativo y en ese camino se topó con un depredador», recuerda. Un hombre que la observaba cada día y, según contó a Otero y a otros investigadores cuando lo detuvieron, solo pensaba en poseerla. «Un día no pudo detener su impulso y la raptó, violó y mató», cuenta este Guardia Civil. «Recuerdo el cuerpo de la chica cuando la desenterramos; era marrón, color tierra, y estaba desnuda, salvo un detalle, el de sus bragas que estaban bajadas hasta sus tobillos», detalla Otero recordando uno de los casos que más le han impactado.

Por eso explica, muchas veces en un crimen no hay más que el impulso, desamor, celos, codicia, lo que siempre ha movido a matar. «Hay quien prepara más un crimen para conseguir un dinero por ejemplo, pero otros muchos son menos complejos de lo que se cuenta en las películas». Y aquí es donde nos habla de la delgada línea que separa a una persona normal de un asesino. «Si le hacen daño a mi hijo, lo primero que pensaré es en matar a la persona que lo ha hecho. Y me considero normal», se sincera.

«UNOS AVISAN A LAS OVEJAS, Y OTROS SE LAS COMEN»

Aquellos que se comen a las ovejas, los asesinos en serie, o simplemente asesinos, están reflejados en la figura de Toni Anderson, el asesino de «Peregrino». «No es difícil meterme en su piel porque he conocido perfiles, he estudiado libros de psicología, de análisis clínico forense… Lo he conocido, se de su frialdad, de sus mentiras, puedo hablar por ellos pero sin llegar a empatizar», relata Otero.

Seguimos hablando de todo lo que rodea al mal, de las personas malas, que él ha conocido y asegura que existen. «Un día un padre vino a decirme que a su hijo le había quitado la ‘playstation’ y el niño como respuesta había matado al gato. ¿Qué he hecho mal? Me decía el padre. Matar animales de niño no es un buen comienzo, indica ya cosas», dice este Guardia Civil.

Y el futuro, dice Otero, es incierto y oscuro. «Nos obligan a vivir con prisa, con una ansiedad casi permanente; es la vida en la que estamos y no es bueno», cuenta. Tiene escritas otras diez novelas que irá publicando. Este escritor ha exprimido su tiempo y se ha quitado horas de sueño. Además, nos da una primicia. Su próxima novela ya tiene ambientación: «Se enmarca en Zaragoza y está llena de sorpresas».