Pueden incluso comprarlos por internet. Son billetes que no son de curso legal pero que los hacen pasar como si lo fueran. Hace tres años, agentes del Grupo de Delincuencia Económica de la Brigada Regional de Policía Judicial de Zaragoza realizaron varias identificaciones de personas que movían falsificaciones en diferentes comercios de la capital zaragozana.

En la red muchos los adquieren para gastar una broma a alguien pero hay quien los usa para comprar en comercios y eso ya pasa a convertirse en un delito grave. «De noche, en un bar, con mucha gente y sin tener herramientas para poder comprobarlo es muy difícil detectar uno o varios», explican fuentes policiales que han entrevistado a comerciantes víctimas de este delito.

Hace unos días, este tipo de estafa se ha vuelto a repetir. Según ‘Heraldo de Aragón’, dos jóvenes eran identificados el pasado fin de semana en el Polideportivo Fernando Escartín del barrio de Santa Isabel, tras pagar varias consumiciones con billetes de 20 euros falsos.

Tenían, según explica este diario, hasta 7 billetes de veinte euros en su poder que no eran de curso legal. Unos billetes que, en el momento en el que entran en escena, en casos de copias muy exactas, son difíciles de detectar y retirar y originan un problema no solo a quien lo recibe sino a terceros que siguen moviéndolo como si fuese auténtico.

UN MILLÓN DE EUROS FABRICADOS EN SAN JOSÉ

El grado de implicación y el ser consciente de que pasas un billete falso puede hacer que la pena, ya de por sí dura, se incremente. El artículo 386.3 del Código Penal habla penas de prisión de entre 8 y 12 años.

Sonado fue el caso de un vecino del barrio de San José que hace cuatro años fue juzgado un condenado en Zaragoza a cinco años de prisión y 64.000 euros de multa por falsificar más de un millón de euros en un taller que tenía cerca de su casa. Lo hacía a nivel artesanal con máquinas que previamente había comprado por internet.

Hasta los propios agentes contaban que las falsificaciones que el detenido realizaba en Zaragoza eran muy reales. De hecho, la pena de este zaragozano fue atenuada al colaborar con la Policía Nacional explicando cómo los fabricaba.