Los centros de datos, pilares fundamentales en la era digital, están evolucionando de manera notable, y China está liderando la vanguardia con un proyecto revolucionario: la construcción de un centro de datos submarino.

Estas instalaciones, utilizadas para almacenar información en la nube, se han ubicado en lugares inusuales en todo el mundo, desde bases de submarinos nazis hasta sótanos de catedrales. Sin embargo, sumergirse en las aguas marinas es un nuevo nivel de innovación.

Este proyecto pionero busca aprovechar la refrigeración natural del mar para reducir drásticamente el consumo energético asociado a los data centers. En comparación con la refrigeración convencional, que puede equivaler al gasto de una ciudad entera, la infraestructura submarina promete un ahorro significativo.

Según los desarrolladores, el centro de datos submarino abarcará una impresionante área de 68.000 metros cuadrados, equivalente a casi siete hectáreas. Este espacio albergará 100 unidades de almacenamiento de datos, cada una con una capacidad de 1.100 toneladas y aproximadamente 60.000 ordenadores de capacidad de procesamiento. En total, el centro podrá procesar el trabajo equivalente a 6 millones de PCs.

Lo más intrigante de este proyecto es la adopción de la refrigeración natural. Al sumergirse en las aguas del mar, se espera que el centro de datos elimine hasta 122 millones de kilovatios por hora de consumo de energía. La refrigeración es una de las principales fuentes de contaminación en los centros de datos convencionales, y China está dando un paso audaz hacia un futuro más sostenible sin sacrificar avances tecnológicos.

Este proyecto no solo responde a las demandas de capacidad de procesamiento en constante crecimiento, sino que también demuestra un compromiso con prácticas más respetuosas con el medio ambiente. China está liderando la carga hacia la sostenibilidad en la industria de los data centers, y su enfoque innovador podría allanar el camino para soluciones similares en todo el mundo.

Este centro submarino no solo representa un hito en la evolución de la infraestructura digital, sino también un ejemplo de cómo la tecnología puede coexistir de manera armoniosa con la conservación del medio ambiente.