El pasado lunes, Eudald E. experimentó una noche inusual cuando regresó a su casa sin cenar. La búsqueda de una terraza en Barcelona se ha convertido en un juego desesperante de sillas, lo que llevó a Eudald a ser rechazado en tres locales a pesar de que había mesas libres en la calle Blai, el epicentro gastronómico del barrio de Poble-sec; tal y como relata El País.

Su intento de cenar al aire libre y leer algo mientras lo hacía se encontró con una serie de excusas y negaciones por parte de diferentes locales, dejándolo con el estómago vacío y desconcertado.

Este tipo de situaciones no son únicas en Poble-sec. Anna T., residente del Eixample Dret, ha experimentado rechazos similares en el bar Cugat, donde le han denegado la posibilidad de sentarse en la terraza a pesar de que había mesas disponibles. Anna ha cuestionado esta práctica, llegando a ofrecer pagar más para poder cenar sola en la terraza, pero se le ha negado la entrada simplemente por estar sola.

Este fenómeno ha llevado a preguntarse si algunos establecimientos hosteleros en Barcelona están experimentando una variante del miedo a comer solo en público, conocido como solomangarefobia. Este verano, esta tendencia se ha hecho más evidente en la ciudad, especialmente para los residentes permanentes. Ciertas terrazas en la capital catalana parecen reservarse exclusivamente para comidas o cenas, lo que frustra a aquellos que buscan tomar un refresco.

Este comportamiento se ha vuelto más común desde la pospandemia, y ha generado quejas en las redes sociales, donde los usuarios denuncian bares específicos por aplicar esta estrategia. Algunos lugares ni siquiera permiten a los clientes tomar un refresco en la terraza después de las 12 del mediodía, lo que está causando molestias a los locales y a los turistas.

El Ayuntamiento de Barcelona ha remitido estas cuestiones al Gremio de Hosteleros y a la Generalitat. Mientras tanto, algunos locales están tomando medidas para evitar malentendidos y el colapso de clientes en sus terrazas.

Un café en el barrio de Gràcia ha implementado una máquina de tickets que asigna un número de espera a los usuarios, similar a los sistemas utilizados en los mercados. Esto ayuda a evitar la confusión y la frustración entre los clientes que buscan una mesa al aire libre.

En un año en el que las terrazas han proliferado en las calles de Barcelona, la búsqueda de un lugar para sentarse al aire libre se ha convertido en un desafío. Aunque el aumento de licencias de terrazas ha ampliado la oferta, también ha generado nuevas complicaciones y estrategias por parte de los locales para gestionar la demanda.