Al hablar de monasterios cistercienses aragoneses, la mente se nos va rápidamente a lugares como el Monasterio de Piedra, el Monasterio de Veruela o el Monasterio de Rueda. Pero poca gente sabe que a pocos kilómetros del centro de la capital aragonesa había otro monasterio cisterciense: El Real Monasterio de Santa María de Santa Fe de Huerva.

Este monasterio está situado en el término municipal de Zaragoza entre de Cuarte de Huerva y Cadrete. Y aunque atesora un rico y largo pasado, en la actualidad amenaza ruina y no hay proyectos de recuperación claros al respecto. Cuando te acercas desde la carretera, la ruina no parece tan evidente.

Pero conforme te acercas al viejo monasterio, la situación cambia por completo descubriendo un recinto monástico totalmente abandonado y en serio peligro. De hecho, este centro monástico forma parte de la Lista Roja de patrimonio en peligro Hispania Nostra desde el año 2017.

Los restos que podemos ver en la actualidad, como la iglesia con su torre, la puerta principal o el recinto amurallado con sus torreones cilíndricos son barrocos, ya que datan de hace 200 años. Del origen medieval del monasterio no quedan restos.

LA HISTORIA DE SANTA FE

La iglesia está a cielo abierto / Juan Martín Villate – Hispania Nostra

El monasterio fue construido en 1341, cuando se trasladaron hasta la ribera del Huerva los monjes del monasterio de Fonclara, un cenobio fundado por el rey Jaime I El Conquistador en el valle del Cinca a comienzos del siglo XIII. La fundación del nuevo monasterio se realizó junto a una antigua ermita situada en la margen derecha de la Huerva. Y allí estuvo hasta que en el siglo XVII los monjes se trasladaron hasta la margen izquierda del río.

El monasterio contó con la protección de la familia real aragonesa, y representó al brazo eclesiástico en las Cortes aragonesas hasta la época de Felipe V. Uno de sus monjes, Fray Gauberto Fabricio de Vagad, uno de los primeros historiógrafos aragoneses, escribió la obra “Crónica de los Reyes de Aragón”, siendo nombrado cronista mayor del reino por Fernando II.

En su época de esplendor, la hospedería real del monasterio alojó a monarcas como Alfonso V, Juan II, Fernando II y Felipe I, antes de llegar a Zaragoza. También alojó a diputados del reino que acudían a Zaragoza a tratar asuntos de gobierno.

El monasterio fue reedificado en el siglo XVIII en estilo barroco. Las obras concluyeron en 1797. Y la iglesia fue construida por un lego cisterciense, discípulo de Ventura Rodríguez (autor del templete que alberga a la Virgen en la Basílica del Pilar).

Durante el primer Sitio de Zaragoza, en 1808, los franceses saquearon e incendiaron el monasterio provocando graves destrozos. Pese al saqueo, se salvaron algunas joyas como las estatuas que rodean la cúpula y que representan a los Padres de la Iglesia. Durante el segundo Sitio, en 1809, el monasterio fue utilizado como cuartel de caballería por parte de las tropas francesas.

Tras ese primer embate contra el monasterio que supuso la Guerra de la Independencia, en 1820 comenzó la que sería la puntilla definitiva contra la vida del cenobio cisterciense. Durante ese año se produjo el primer intento desamortizador, lo que llevó a que la mayor parte de las propiedades del monasterio fueran vendidas.

En 1823 las tierras fueron restituidas a los monjes, pero en 1835 llegó la Desamortización de Mendizabal, lo que provocó que los monjes abandonaran el monasterio de manera definitiva. Tras la desamortización, las tierras volvieron a sus antiguos compradores, mientras que los edificios del monasterio fueron vendidos, pasando de mano en mano. Esa situación llevó a que la situación del monasterio fuera empeorando. Tras décadas de olvido absoluto, el 20 de abril de 1970 el Gobierno de España declaró monumento histórico-artístico nacional la portada principal del monasterio y la iglesia.

En 1981 el arquitecto Ángel Pedropadre intervino en el edificio para evitar que se desplomara su cúpula con tambor octogonal, construyendo un gran armazón de hormigón para sostenerla y que no cayera. Del resto de la iglesia, no queda demasiado. Las bóvedas del templo se derrumbaron, por lo que las tres naves están a cielo abierto. Las tres naves están separadas por pilastras de orden corintio.