Tras la expansión ibérica de la Corona de Aragón, llegaba el momento de dar el salto más allá de las Baleares y crecer por el Mediterráneo. Y ese fue el objetivo del rey aragonés Pedro III, conocido como El Grande. Este monarca, hijo de Jaime I El Conquistador y de su segunda esposa, Violante de Hungría, nació en Valencia en 1240.

Realmente, no era el heredero natural de la corona, ya que debería haber subido al trono su hermano Alfonso. Pero las malas relaciones de Jaime I con Alfonso, y la ambición de la reina Violante, junto con distintos hechos históricos, fueron impulsando a Pedro para que se coronara finalmente.

Pedro El Grande contrajo matrimonio en Montpellier un 13 de junio de 1262 con la princesa Constanza de Hohenstaufen, hija y heredera de Manfredo I da Sicilia. Ese matrimonio marcaría el futuro de la Corona y el anhelo de expansión mediterránea, gran objetivo político de Pedro, quien fue coronado en Zaragoza en noviembre de 1276. Durante la ceremonia de coronación en La Seo, Pedro III anuló el vasallaje que los reyes aragoneses tenían con el Papado. Durante esa ceremonia, el nuevo rey no juró los fueros y los privilegios de la nobleza, lo que en el futuro le traería problemas.

Del matrimonio entre Pedro y Constanza nacieron Alfonso, el sucesor, Jaime, que fue rey de Sicilia y luego de Aragón como Jaime II; Fadrique, que también fue rey de Sicilia, y Pedro. Las hijas fueron Santa Isabel, reina de Portugal al contraer matrimonio con Dionís, y Violante, que fue esposa del rey de Nápoles, Roberto.

PEDRO, ASPIRANTE AL TRONO SICILIANO

Además de recomponer la unidad jurisdiccional de la Corona de Aragón, rota por el testamento de Jaime I, Pedro III tuvo en Sicilia y en la expansión mediterránea su gran objetivo. A raíz del matrimonio con Constanza, el rey de Aragón se convirtió en aspirante a la corona siciliana. Desde 1266, esta isla mediterránea estaba en poder de Carlos de Anjou, con el apoyo del papa Clemente IV. El padre de Constanza, Manfredo I, fue derrotado por los angevinos en la batalla de Benevento, donde falleció.

Carlos de Anjou hizo cegar a los hijos varones del rey Manfredo, y en 1268 ejecutó al nieto de Federico II, Conradino, último heredero de la casa Hohenstaufen. De esta manera, la línea sucesoria pasó a la esposa de Pedro III, Constanza. La reina acogió en Aragón a los partidarios del bando de su padre, y se comenzó a fraguar la oposición a los angevinos para coronar a su marido Pedro como rey de Sicilia.

En 1282,y mientras una flota aragonesa se disponía a zarpar para recuperar el control de las costas de Túnez, sucedieron las Vísperas Sicilianas. Tras una gran matanza de franceses, los sicilianos enviaron una embajada a Pedro de Aragón para ofrecerle la corona de la isla. De forma inmediata, el monarca se encaminó con su flota hacia Sicilia, donde desembarcó en 1282. Allí, fue coronado en Palermo.

Tras derrotar a la flota de Carlos de Anjou en el golfo de Nicotera, los angevinos se retiraron y se refugiaron en Nápoles. Pero las cosas no acabaron ahí. El papa Martín IV excomulgó a Pedro III en 1282, quitándole la corona aragonesa al año siguiente para ofrecérsela al segundo hijo del rey de Francia, Carlos de Valois. En en junio de 1283 logró grandes éxitos con la ocupación de las islas de Malta y Gozzo, además de la de Djerba, frente a la costa tunecina.

El papado llegó a declarar una cruzada contra Aragón, sufriendo especialmente sus efectos la frontera navarro-aragonesa y distintas partes del Principado de Cataluña. El propio rey de Francia, Felipe III, llegó a conquistar Gerona, aunque después tuvo que retirarse tras la vuelta de la flora aragonesa, quien venció a la francesa en las islas Formigues.

EL PRIVILEGIO DE LA UNIÓN

En ese contexto, Pedro III tuvo que enfrentarse a una revuelta generalizada en Aragón. Nobleza, villas y ciudades sentían que el monarca estaba más próximo a los intereses catalanes, viéndose inmersos en una guerra que no tenían claro. La excomunión y el hecho de que el Papado hubiera arrebatado la corona al rey contribuyeron a ese clima.

Los llamamientos del rey para formar un ejército para rechazar el ataque de los franceses fueron desobedecidos, y en la asamblea de Tarazona de 1293 nobles y ciudades presentaron al monarca sus reivindicaciones para mantener sus privilegios y evitar nuevos impuestos, además de un cambio en las formas de gobierno del rey, que no se parecía al gobierno de los monarcas que le habían precedido : si no eran atendidas supondría que los aragoneses abandonarían la campaña.

Los juramentados se comprometían a ayudarse mutuamente si el Rey les atacaba. Es lo que se llamó Unión a fuero de Aragón. En las Cortes de Aragón, reunidas en Zaragoza en 1283, Pedro III tuvo que conceder el “Privilegio General”, pacificando así los ánimos en Aragón.

Tras su victoria ante los franceses, Pedro III quiso enfrentarse a su hermano Jaime II de Mallorca, y a su sobrino Sancho IV de Castilla. Ambos monarcas se habían negado a ayudarle durante la guerra contra los franceses. Pero en 1285, Pedro III enfermó camino de Barcelona, falleciendo el 11 de noviembre de 1285, recibiendo sepultura en el monasterio de Santes Creus, en Tarragona.