La disminución del uso del aragonés es cada vez más evidente en la comunidad, con solo un 2% de la población hablando esta lengua románica. Esto equivale a aproximadamente 25.000 hablantes, en contraste con los 1.351.492 habitantes en Aragón.

De hecho, contrasta que por encima del aragonés hay un 4% que utiliza el catalán a diario en la zona fronteriza con Cataluña, mientras que el 96% restante se comunica exclusivamente en castellano. En la zona que linda con Cataluña, además del catalán, convergen una serie de dialectos como el chapurriau, chistabino, fovano y ribagorzano.

Estas cifras reflejan la constante pérdida del aragonés en la comunidad. Coincide, además, que del 2% de personas que hablan el aragonés se reconocen como hablantes pasivos. ¿Cuál es el motivo de que el aragonés, la lengua propia e histórica de Aragón, tenga tan poco peso social?

Los lingüistas consultados afirman que la castellanización de Aragón desde principios del siglo XX ha sido el inicio de la pérdida completa de un idioma que fue oficial durante la Corona de Aragón. Según fuentes históricas acreditadas, en la Corona de Aragón (1164-1707) se tenía como habitual considerar al territorio como plurilingüe.

Según las zonas se hablaba catalán, occitano, aragonés y castellano. Otra población era de habla árabe dialectal. Y así como en entorno de alta cultura se usaba el latín -en la Universidad e Iglesia- y en otros momentos se llegó a usar con cotidianeidad el hebreo.

A día de hoy, tras más de un siglo de castellanización del territorio aragonés, el uso de la lengua propia tiene un sello de prejuicio o estigma. Las fuentes consultadas y otros lingüistas reconocidos -según artículos académicos- reconocen que el aragonés ha sido considerado «de pueblo o de zona rural, sin tener ningún valor como lengua culta».