El Pirineo Aragonés está repleto de lugares de interés que sorprenden a propios y extraños. Desde monasterios y ermitas románicas a pueblos llenos de encanto gracias a su arquitectura tradicional, sin olvidarnos de los parajes naturales que empequeñecen a cualquiera o una gastronomía de altura que hace las delicias de los visitantes.

Tampoco faltan centros termales con varios siglos de historia, como el balneario de Panticosa, o el de los Baños de Benasque. Pero mientras el balneario de Panticosa sigue vivo y activo, los Baños de Benasque tienen peor suerte.

Este balneario, cerrado desde 2019, está situado a 1.720 metros de altitud sobre el nivel del mar, y en su momento, fue el balneario más alto de España. Se cree que ya los romanos disfrutaban de las propiedades de sus aguas, aunque las primeras noticias documentales de este centro termal benasqués se remontan al siglo XVI.

En 1522, ya hay fuentes documentales que describen el uso terapéutico de sus aguas por parte del boticario de Benasque. Dos siglos después, en 1721, el licenciado en medicina y monje de San Victorián Pedro Lecina hablaba también sobre las propiedades de las aguas benasquesas, recogiéndolas en un tratado sobre sus virtudes prodigiosas.

Durante su larga historia, este balneario fue incluso financiado por la todopoderosa Casa de Alba. Concretamente, fue María del Pilar Teresa Cayetana de Silva y Álvarez de Toledo, XIII Duquesa de Alba, (justamente, la duquesa inmortalizada por nuestro genial Francisco de Goya), la que financió el balneario, ya que los médicos le habían recomendado tomar sus aguas.

Vistas desde los Baños de Benasque / Aramón

Cuentan las crónicas los muros del edificio esconden una historia de amor. Su amigo y amante, el benasqués Antonio Cornel y Ferraz, ayudante de campo del Conde de Aranda y ministro de la Guerra de Carlos IV, construyó el el edificio para ella en 1801, años antes del comienzo de la Guerra de la Independencia.

E involucró a la aristócrata española en su financiación. El edificio que se comenzó a levantar a principios del siglo XIX junto a los manantiales contaba con 47 habitaciones individuales y dobles, y fue construido con materiales nobles como el mármol de la zona. Aún así, y pese a que la Duquesa de Alba financió el edificio, no hay constancia histórica de que ella estuviera en persona en el valle de Benasque.

La buena marcha del balneario prosiguió hasta que llegó la Guerra Civil Española. Entonces, el centro termal fue ocupado y utilizado como cuartel por las tropas del Frente Popular. Y al marcharse de allí, le prendieron fuego al edificio, quedado arrasado. Tan solo se salvaron las paredes del edificio.

Al acabar la guerra, la familia Valero Llanas comenzó a reconstruir el edificio en 1945, recuperando la actividad termal gracias a una concesión municipal que se prolongó durante 75 años. Durante ese periodo, en1967, las aguas del balneario fueron declaradas mineromedicinales.

Tras finalizar en 2008 la concesión, esta fue prorrogada en precario y sin inversiones por la falta de seguridad jurídica hasta 2019, año de su clausura. Y aunque la clausura iba a ser temporal, acabó siendo definitiva.

Desde entonces, el balneario ha sido ha sido víctima del vandalismo y de robos. Los amigos de lo ajeno se han llevado desde los marcos de las puertas y las ventanas o los muebles de la cocina. Las pintadas y los desconchones son visibles por todo el interior del edificio.

Lo peor es que de momento, no hay alternativa viable para que esta joya del Pirineo pueda volver a la vida y recuperar su esplendor, pese a que son muchos los que creen que este rincón, uno de los más hermosos de la zona, podría haber sido destino de los fondos europeos.