Hoy sería impensable imaginar las Fiestas en honor a la Virgen del Pilar sin la tradicional ofrenda de Flores que reúne cada años a cientos de miles de personas ataviadas con sus trajes regionales y portando millones de flores para confeccionar el manto. Pero eso, no siempre fue así.

Es cierto que a la imagen de Nuestra Señora del Pilar nunca le faltaron las flores. Cada 2 de enero y cada 12 de octubre, el camarín de la Virgen se llenaba de claveles, rosas y nardos que perfumaban la Santa Capilla, y las ofrendas florales eran habituales desde los años 40. Por ejemplo, la Casa de Valencia realizaba una ofrenda floral con los oferentes vestidos con el traje regional valenciano a la imagen de la Virgen de los Desamparados de Valencia situada en la iglesia de San Gil, antes de depositar sus flores también en el camarín del Pilar.

Pero no fue hasta 1958 cuando el Ayuntamiento de Zaragoza, con el alcalde Luis Gómez Laguna y el concejal Manuel Rodés a la cabeza, se decide crear el 12 de octubre un acto popular con el que honrar en la calle a su patrona.

Tomando como modelo la ofrenda de Flores a la Virgen de los Desamparados de Valencia, desde el ayuntamiento se invitó a participar a todos los barrios de la capital aragonesa. El Consistorio decidió situar el altar de la Virgen en la fachada principal de la Basílica, justo delante del mural de Pablo Serrano. Y esa sería su ubicación durante los siguientes 40 años.

La ofrenda, a su paso por la plaza de España / Ayto. de Zaragoza

En esta primera ofrenda participaron unas 2.000 personas, y fue el mismo Ayuntamiento el que compró varios miles de claveles para potenciar la participación. Los primeros oferentes salieron a las 12 del mediodía de un soleado día 12 de octubre de 1959 desde la plaza de Los Sitios, y tras recorrer el Paseo de la Independencia, atravesó el Coso Alto y descendió por una calle Alfonso cubierta de las luminarias festivas que entonces se colocaban con motivo de las fiestas, camino del Pilar. Allí, miles de personas contemplaban esta primera ofrenda mientras el manto se llenaba de flores por primera vez en la historia de la ciudad.

Esta primera ofrenda duró un par de horas, y en ella participaron sobre todo niños, niñas y señoritas de todos los barrios de la ciudad. También hubo participación de oferentes de las tres provincias aragonesas, además de Valencia, Castilla, Cataluña, Andalucía, País Vasco y Galicia.

Todos ellos, iban vestidos con el traje regional, ya que uno de los primeros objetivos de la ofrenda fue potenciar las vestimentas tradicionales. Además, fue la primera vez que Televisión Española retransmitió en directo un acto celebrado fuera de Madrid.

Desde esos tímidos inicios, la Ofrenda comenzó a coger fuerza año tras año. Apenas unos años después, en 1965, participaron 5.000 personas, y se depositaron 12.000 docenas de ramos. El éxito de la ofrenda en esos primeros años contribuyó a que las fiestas del Pilar fueran declaradas en 1965 «Fiestas de Interés Turístico Nacional».

Y así fue, la ofrenda fue creciendo año tras año hasta convertirse en el acto más popular y representativo de las fiestas, alcanzando las altas cifras de participación que se viven en la actualidad con cientos de miles de personas desfilando por las calles del centro de la ciudad en la mañana del 12 de octubre.