La ausencia de áreas arboladas u otros espacios verdes ha generado insatisfacción y descontento con el nuevo aspecto de la Puerta del Sol. Sin embargo, ¿por qué no se han incluido zonas verdes en este espacio? La respuesta parece derivar de dos motivos: uno político y otro físico. La decisión del Ayuntamiento de Madrid de rediseñar la Puerta del Sol ha dado lugar a un nuevo diseño que carece de árboles y áreas verdes, y esta elección tiene sus razones.

Desde el punto de vista político, la razón fundamental radica en el concepto de «plaza dura», que implica espacios públicos de gran extensión, generalmente construidos con hormigón o granito, con escasa o nula presencia de vegetación y mobiliario urbano limitado. Para algunos arquitectos, esta idea de «plaza dura» está asociada con la fluidez y dinamismo, y precisamente esto fue lo que buscó el Ayuntamiento de Madrid: crear un espacio de tránsito, un lugar de paso en lugar de un espacio de recreación o estancia.

En un lugar desprovisto de árboles o áreas verdes que brinden sombra y sin mobiliario adecuado para el descanso, resulta poco probable que las personas quieran pasar mucho tiempo, especialmente en épocas de calor intenso.

Este enfoque ha generado críticas por parte de la ciudadanía, que rechaza la creación de espacios urbanos hostiles. Entonces, ¿por qué no se optó por plantar árboles en la Puerta del Sol? La respuesta se encuentra en que aproximadamente el 90% de la plaza se encuentra sobre una losa de hormigón de unos 20 centímetros de profundidad, lo cual dificulta que cualquier vegetación plantada pueda echar raíces y prosperar.

Aunque habría sido posible plantar árboles en alrededor del 10% de la plaza, esta alternativa fue rechazada por la comisión local de Patrimonio, que consideró que no tenía sentido invertir recursos en una porción tan reducida de la Puerta del Sol.