El proyecto del complejo de casinos y hoteles que Hard Rock tiene previsto construir en Tarragona ha generado controversia y ha tenido un impacto significativo en la política catalana. Este proyecto ha sido un factor determinante en el adelanto de las elecciones en Cataluña al 12 de mayo, después de que los presupuestos de 2024 fueran tumbados debido a esta cuestión.

Aunque inicialmente se afirmó que no se destinaría dinero público al proyecto y que todo dependía de un acuerdo entre privados, esta explicación no convenció a En Comú Podem, que exigía la cancelación del complejo para aprobar los presupuestos.

El partido En Comú Podem insistió en la paralización del Plan Director Urbanístico (PDU) que respaldaba el proyecto, argumentando preocupaciones sobre el impacto ambiental y social del complejo. Este plan había sido suspendido previamente por el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña en 2020. El proyecto de Hard Rock ha estado en la agenda catalana durante casi 15 años, pero todavía no se ha desbloqueado debido a diversas dificultades administrativas y legales.

UN ‘MACROCASINO’

A pesar de esto, se han revelado algunos detalles sobre el proyecto que se prevé levantar entre Vila-seca y Salou (Tarragona), cerca de Port Aventura, como la reducción de la superficie prevista y la posible inclusión de un hotel con forma de guitarra, una característica icónica de Hard Rock.

El proyecto Hard Rock prevé hoteles, un casino, espacios para entretenimiento y espectáculos, así como una avenida comercial con tiendas, todo ello tras una inversión inicial de unos 700 millones que podría alcanzar los 2.000 millones.

La empresa BCN IR 3, representada por James F. Allen, ha sido identificada como el posible comprador de los terrenos necesarios para el proyecto. Sin embargo, Allen ha sido mencionado en los «papeles del paraíso», lo que ha generado preocupaciones adicionales sobre la transparencia y la idoneidad del proyecto.