La reciente actividad sísmica en Marruecos ha encendido las alarmas y sitúa en el punto de mira la cuestión de si España podría enfrentarse a un fenómeno de magnitud similar. ¿Está nuestro país en riesgo? Las aguas del Estrecho sirven de testigo a la colisión de dos gigantes: las placas tectónicas Euroasiática y Africana. Este fenómeno, que se extiende desde el Atlántico hasta las costas turcas, provoca sismos en diversas regiones, incluyendo Marruecos, Portugal, Argelia, Italia, Turquía y, claro está, España.

Las áreas más vulnerables son el sur y el Levante, especialmente en lugares como Andalucía, Murcia, Valencia y Alicante. Aunque Cataluña y los Pirineos aragoneses, junto con Galicia, también tienen niveles de amenaza sísmica, estos son de naturaleza más moderada. Por su parte, el centro peninsular representa una zona de relativa estabilidad.

Lo sorprendente del terremoto en Marrakech es que ocurrió a 500 km del borde de una placa tectónica, una región donde no se tenía previo registro de eventos sísmicos de tal magnitud.

EL PELIGRO DE UN TERREMOTO EN ESPAÑA

La historia nos muestra que España ha experimentado, en promedio, dos grandes terremotos por siglo. El más recordado es el de Arenas del Rey (Granada) en 1884, con una magnitud de 6,8. Este evento se saldó con la trágica cifra de 1.200 víctimas mortales y miles de estructuras destruidas.

El siglo XX, curiosamente, no presenció terremotos de magnitudes significativas, lo que pudo haber reducido nuestra percepción de riesgo. No obstante, el terremoto de Lorca en 2011, aunque de magnitud moderada (5.1), dejó un saldo de nueve muertos y más de 300 heridos, evidenciando la necesidad de preparación.

El Instituto Geográfico Nacional (IGN) nos ofrece una perspectiva clara sobre los terremotos: temblores generados por el rompimiento de rocas en el interior terrestre que pueden manifestarse en deslizamientos o grietas en la superficie terrestre. En su esencia, se trata de una violenta liberación de energía provocada por el desplazamiento de placas.

El mapa del IGN nos muestra cómo la Microplaca Ibérica, en la que se asientan España y Portugal, está adyacente a la placa Euroasiática. Sin embargo, es el juego tectónico entre esta última y la placa Africana lo que genera la sismicidad en la región mediterránea.

Es crucial entender que el Mediterráneo occidental experimenta un movimiento tectónico más pausado en comparación con su contraparte oriental. Esta dinámica hace que, si bien terremotos de gran magnitud son menos habituales en el oeste, no estamos exentos de ellos. De hecho, lugares como Turquía y Grecia presentan mayores probabilidades de experimentar terremotos devastadores.

El IGN afirma que España no está en la zona roja de grandes terremotos. Sin embargo, nuestra posición en la «fractura Azores-Gibraltar-Túnez» nos coloca en una área de peligrosidad sísmica moderada. La cordillera Pirenaica, por ejemplo, experimenta una sismicidad superficial, donde los terremotos históricos han dejado marcas indelebles.

EL RIESGO DEL PIRINEO

La cordillera Pirenaica presenta una sismicidad moderada, fundamentalmente superficial (de profundidad <30 km), aunque en esta región el engrosamiento cortical puede alcanzar los 50 km en algunas zonas. Los mecanismos focales predominantes son de tipo normal con el eje de tensión perpendicular a la cordillera, siendo representativos del actual régimen extensivo NNE-SSO y concordantes con datos de desplazamientos observados por GNSS.

El sector oriental de la cordillera pirenaica tiene una actividad sísmica moderada y relativamente dispersa, pero también ha sufrido algunos terremotos históricos destructivos. Y otros no tan destructivos pero que sí se han percibido en la población, como el pasado mes de agosto donde un terremoto de 4,2 grados en la escala de Richter se percibió en gran parte de Huesca.

Hay terremotos históricos como la crisis sísmica de 1427-1428 en Gerona, que nos recuerda que no estamos exentos de riesgos. Esta serie de sismos, junto con otros en áreas como Lérida y el sector noroccidental de la cordillera del Pirineo aragonés, subrayan la actividad tectónica de la región. Más hacia el oeste, en la interfaz con los montes Vascos, Pamplona ha registrado sismos de mediana magnitud en años recientes.

Pese a todo, aunque España no esté en la línea directa de los sismos más poderosos, nuestro país aún se encuentra en una región tectónicamente activa. Prepararnos, informarnos y mantener la conciencia de los riesgos son esenciales para afrontar cualquier eventualidad sísmica en el futuro.