El procedimiento de nacionalidad española experimentó un cambio importante cuando en octubre de 2015 entró en vigor una Ley, que convertía en progresivamente el procedimiento enelectrónico, y agilizaba los trámites de un modo importante, respecto a la situación anterior.

El abogado zaragozano y soriano, César Ciriano Vela, tras la experiencia de estos 4 años de aplicación de esta nueva Ley sobre Nacionalidad española, hace balance y explica los resultados del procedimiento.“En los primeros dos años, hasta 2017, las nacionalidades se presentaban en el Registro Civil o por el registro electrónico general, lo que ha supuesto un retraso importante en los expedientes, muchos de los cuales, de 2016 y 2017, siguen pendientes”,explica el letrado especialista en inmigración desde hace casi 20 años (y antes, profesor de Derecho Administrativo, en la Universidad , en la década de los 90, en la que se doctoró “cum laude” estudiando la regulación de la economía y el control de la discrecionalidad del Gobierno).

En 2018, el nuevo procedimiento dio un giro importante, al crearse un sistema electrónico directo e inmediato ante el Ministerio de Justicia, donde los profesionales dedicados a esta materia y quienes tienen autorización de acceso al sistema, pueden tramitar los expedientes electrónicamente, y el tiempo de resolución se ha acortado mucho.“Hace unos días, hemos conocido un caso al quele ha salido aprobada la solicitud en dos semanas, cuando antes teníamos expedientes que se resolvían en 3 o 4 años”, afirma César Ciriano (cciriano@reicaz.com) para España, ante el envejecimiento de la población y los pocos niños que nacen, la llegada de personas extranjeras la ciudadanía (muchos con una cualificación importante, pues muchas decenas de miles de nuevos españoles son licenciados y profesionales que logran acceder a la nacionalidad, y muchos, tienen negocios y empresas en España y otros tantos, son inversores) está resultando ser un hecho positivo para el país y para la economía. Y Comunidades como Aragón o Castilla y León, por ejemplo, con una ratio de población por habitante de las más bajas de la Unión Europea, este fenómeno puede resultar muy positivo.