La tarde del pasado martes, 18 de julio, se complicó en cuestión de minutos en la localidad oscense de Grañén. «De pronto empezó a soplar un viento muy fuerte. Me asomé por la ventana alertado por el ruido que se produjo y vi caer varios rayos muy cerca», contaba a HOY ARAGÓN David, el propietario de un bar de la localidad.

Se trataba de una tormenta seca, con rayos, truenos y relámpagos pero sin presencia de lluvia. En ese momento, uno de esos rayos caía en una de las naves de almacenamiento y secado de cereal de la cooperativa Santiago. El incendio fue espontáneo y se propagó con mucha virulencia.

Aquella tarde Jesús era uno de los trabajadores que se encontraba en las instalaciones de la cooperativa cerealista. Lleva varios años trabajando allí y nunca había vivido una situación como la que estaba a punto de afrontar. «Me dedico al mantenimiento eléctrico y estaba en un recinto vallado y de hormigón cuando de pronto empezó a colarse un humo denso por los ventiladores», explica Jesús.

Apenas unos minutos después ya estaba rodeado por las llamas que cercaban las vallas y un humo denso que se colaba por todas partes. «Me asomé y vi las llamas; estaba atrapado pero mantuve la calma porque vi que el viento iba en otra dirección a la mía y no parecía que fuese a llegar donde estaba», recuerda.

Imagen de la caseta de hormigón donde se encontraba Jesús y los rescoldos del fuego que le rodeaba / H.A.

Jesús cogió el teléfono móvil y llamó a uno de los responsables de la cooperativa que estaba fuera, con los bomberos de la Diputación Provincial de Huesca observando cómo el fuerte viento avivaba las llamas. «Desde fuera entiendo que se viese con gravedad pero yo estaba convencido que no me iba a llegar a pesar de que no podía salir. No sabía lo que había detrás del fuego, la intensidad, el humo… No podía arriesgarme a salir por mi propio pie», reconoce Jesús.

UN PASILLO PARA SACARLO DEL FUEGO

Fue entonces cuando los bomberos decidieron actuar, en presencia de la mujer de Jesús, que acudió al lugar avisada por los compañeros de su marido. «Entiendo que mi mujer estuviese tensa porque de fuera se veía otra cosa», explica Jesús, que siguió manteniendo la calma hasta el final.

A pesar del humo, cada vez más denso, y de las llamas, los bomberos decidieron hacer un pasillo con uno de sus vehículos y entraron con máscaras anti humo para sacar a este trabajador e introducirlo dentro del vehículo. «Me llevaron al Hospital San Jorge para hacerme un chequeo rutinario y estaba todo bien. Habían respirado más humo que yo otros compañeros que habían salido por sus medios mucho antes que yo», reconoce Jesús.

La entereza de este hombre a pesar de estar rodeado por el humo y el fuego ayudó a que pudiese salir en perfecto estado. Horas después, Jesús reconoce que esa noche apenas pudo dormir. Todavía tardará unos días en volver a su puesto de trabajo porque los bomberos siguen trabajando para extinguir las llamas. Pasó unos minutos que no olvidará pero que supo afrontar de la mejor manera posible.