La trabajadora que en ese momento estaba en recepción todavía no se cree lo que le sucedió hace unos días. Eran las dos y media de la madrugada cuando un hombre entró en una residencia de mayores en la calle Vía Universitas, en Zaragoza.

«Aquí ha entrado un joven que no quiere abandonar el centro y no lo conozco de nada ni tiene relación con el centro», explicaba la recepcionista a la policía en su llamada a la Sala CIMACC de la Policía Nacional.

Al llegar, los agentes se encontraban a u hombre dirigiéndose a la recepcionista y con un alto grado de excitación. Le preguntaron por qué había entrado en la residencia y si buscaba a alguien. Cuando le insistieron en que se calmase y depusiera de su aptitud e intentaron identificarle, éste salió corriendo por los pasillos dando voces a una hora en la que los internos estaban descansando.

Los policías le siguieron hasta un patio interior donde se detuvo al encontrarse sin salida. Cuando se acercaron a él comenzó a agredirles soltando patadas y puñetazos, algunos de los cuales impactaron en el pecho y piernas de los funcionarios públicos.

«Iba gritando frases incoherentes y no paraba de bracear y resistirse. Y todo este jaleo mientras los residentes intentaban dormir ya que todo sucedió entrada la madrugada», relataba un testigo a HOY ARAGÓN.

Al final el hombre cayó al suelo con los agentes que finalmente consiguieron ponerle los grilletes utilizando las defensas extensibles que portaban ya que seguía comportándose de manera muy agresiva.

El detenido era trasladado al Hospital Provincial y en el momento en el que llegaban al centro hospitalario tenían que emplearse a fondo de nuevo ya que el hombre seguía comportándose de manera muy agresiva.

UN CABEZAZO EN LA MANDÍBULA

La actuación se prolongó toda la noche ya que los agentes salieron del Hospital Provincial con el detenido sobre las cinco y media de la madrugada trasladándolo entonces a la comisaría Delicias, en la Avenida Valencia.

Al bajar del coche, el hombre propinaba un cabezazo en la mandíbula a uno de los agentes que lo trasladaba. Tras un forcejeo acababan ambos en el suelo, momento en el que el sujeto mordía uno de los dedos del policía con tanta fuerza que no conseguían soltarlo.

Dos agentes que se encontraban en el acceso a la comisaría ayudaban a reducirlo una vez más. Una vez en el calabozo, los policías heridos pidieron la asistencia de un vehículo del 061, que atendió a los policías por heridas de diversa consideración.

Una uña rota, un diente astillado y varias contusiones en rodillas y pecho. Es el resultado de una noche larga de más de cuatro horas de intervención y con un detenido que en ningún momento dejó de resistirse a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. Unas situaciones, dicen los agentes, que son más habituales de lo que el ciudadano cree.