«Si me permiten un símil cinematográfico, diré que lo que vi allí era de una película de terror», describe Carlos, tras un biombo, ante el jurado popular y el acusado, que no para de mirar de frente, hacia el biombo.

Este vecino de la calle Alegría decidió grabar el día del crimen tras oír los gritos desgarradores de su vecina como una especie de herramienta de protección, para que, como dice en el juicio, todo quedase registrado.

Porque reconoce que estaba en estado de shock y poco recuerda de entonces, más bien las sensaciones y, eso si, los gritos desgarradores de Cristina, tumbada en el suelo totalmente ensangrentada.

«¿Quién ha sido Cristina?» Le preguntó mientras grababa sin saber si el acusado seguía cerca y tras haber oído una puerta cerrarse. «El de allí; ¿el vecino? Si», fue lo último que dijo la víctima antes de perder el conocimiento.

Uno de los primeros policías que llegó a la escena del crimen le cogió el pulso pero era ya demasiado tarde. «No tenía pulso y llevaba cuchilladas por todo el cuerpo, brazos, piernas, tripa…» Y una en el costado que asustó mucho a Carlos. «Era un agujero muy grande», relatada delante de la jueza.

Uno de los hermanos de Cristina, en su declaración, se derrumbaba recordándola. Casi todos explicaban que ella nunca les había hablado de Adil; que esa historia del romance que defiende el acusado no se la creen. «Le hacía gracia uno del trabajo, pero nada más», decía una amiga de la infancia.

«LA ACUCHILLÉ, CON DOS COJONES»

Los policías que han declarado en la sala 3 de la Audiencia Provincial de Zaragoza se encontraron una escena dantesca y al presunto autor de los hechos herido fuera, en la calle. «Me dijo que le grabase un vídeo con sus últimas palabras porque creía que iba a morir», decía un agente que vio a Adil L. en el suelo con unos trapos en la tripa.

«Me ha querido acuchillar y le he quitado el cuchillo y la he apuñalado, ¡con dos cojones!», dijo en ese vídeo el acusado, grabación que todos los presentes han podido ver y que ha utilizado la defensa para alegar defensa propia y evitar así la alevosía.

Una segunda sesión que los nueve miembros del jurado popular han seguido con atención, incluso han llegado a formular preguntas propias admitidas por la presidenta de sala. Quedan dos días de juicio en los que hablarán los peritos y se darán los alegatos finales. Hoy todos tenían más presente a Cristina, esa joven de 32 años que murió de forma violenta en la puerta de su casa.