Todos estaban atentos a las pantalla de televisión. el equipo negociador de los GEO de la Policía Nacional llevaba horas hablando con un compañero jubilado, de 70 años, que tenía secuestrada a su ex mujer a punta de pistola.

Justo cuando varios miembros de la familia accedieron al lugar para poder destensar la situación se oyeron varios disparos, un total de cinco al menos. Minutos después, los GEO entraban en la bajera del chalé y se encontraban los cuerpos del secuestrador y de la secuestrada.

Son situaciones que se pueden dar y que no empañan la eficaz labor de los equipos de negociación de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. «Somos un equipo; ganamos todos y perdemos todos», recuerda un Inspector Jefe perteneciente al equipo de negociadores de la Policía Nacional de Zaragoza en una entrevista hace unos meses.

También recuerda el mes de agosto de 2014, cuando un hombre de 62 años se atrincheraba en su bar, acuciado por la deudas y abandonado por su pareja. «Aquel día estuvimos más de 20 horas negociando con él. No se trata de una lucha uno contra el otro sino de ver sus necesidades e intentar darle una salida dentro de la desesperación que pueda tener», recuerda el negociador de Zaragoza.

Luis acabó atrincherándose en un altillo del bar tras discutir con su ex pareja y jamás salió de él. Durante la negociación solo pidió cigarrillos y poder hablar con algunos familiares.

 «Puede que la persona en cuestión no quiera hablar nada con nosotros o tenga alguna enfermedad mental que le impida un cierto raciocinio. En estos casos buscamos información, algo que nos pueda ayudar a llegar a él o ella de la mejor manera posible», relata este Inspector Jefe de Homicidios.

NUNCA DARSE POR VENCIDOS

El caso del bar del barrio de El Picarral es el único borrón de los más de medio centenar de casos que el equipo de negociadores de la Policía Nacional ha llevado en Zaragoza capital. Hay intentos autolíticos, atrincherados pero por el momento, ningún secuestro, por ejemplo, en un atraco, con rehenes.

Conocen a la persona y a analizan siempre previamente para intentar ayudarla, buscarle una salida a una situación en la que el protagonista lo ve todo negro. «Nosotros ayudamos, explicamos y sobre todo hablamos. Es nuestra arma, la palabra», sentencia este Policía Nacional.

Mañana podrían tener un nuevo caso; en su trabajo saben que tienen que estar alerta siempre. Saben medir entre la prisa y la calma, mantener una distancia con el afectado y tener puentes, siempre para salvar una vida o las que puedan, ante una situación dura, desesperada, para la que abren una puerta, un rayo de luz.