Conducir por encima de los límites establecidos presenta un riesgo considerable, ya que puede dar lugar a accidentes con consecuencias irreparables. Durante el año 2022, la Dirección General de Tráfico emitió más de 3.700.000 multas por exceso de velocidad en las carreteras de España, representando el 66,8% de todas las sanciones impuestas a conductores en el país.

En este contexto, resulta llamativa la acción tomada por el Ayuntamiento de Barcelona al suspender la operación de 12 radares durante el mes de agosto. Esta medida es un giro en la política anterior, cuando la exalcaldesa Ada Colau instaló 17 radares en áreas con alta incidencia de accidentes, de los cuales 12 estaban ubicados en zonas escolares.

La decisión de suspender estos últimos radares se fundamenta en que durante el verano, la presencia de estos dispositivos generaba descontento entre los ciudadanos, ya que funcionaban las 24 horas, incluso cuando las escuelas estaban cerradas. Esto generó acusaciones de motivaciones recaudatorias por parte del ayuntamiento, argumentando que las señales tenían un efecto disuasorio constante sobre los conductores.

Esta suspensión tendrá vigencia hasta el inicio del nuevo año escolar, momento en el cual los radares volverán a estar operativos bajo un nuevo esquema. A partir de septiembre, estos dispositivos registrarán velocidades de hasta 30 km/h de lunes a sábado entre las 7 de la mañana y las 10 de la noche. Los domingos, días festivos y en otros horarios, el límite de velocidad aumentará a 50 km/h en estas áreas. Los radares ya han sido reconfigurados para ajustarse a esta medida y están situados en calles como Pau Claris, Mallorca, Sant Antoni Maria Claret, Travessera de Gracia, Sedenya, Industria, Enteça, Numància y Balmes.