En la madrugada del 19 de diciembre de 1971, un trágico accidente conmocionó a Zaragoza y marcó para siempre el Puente de Piedra y el pozo de San Lázaro.

Un autobús de la empresa Ortiz, operado por la agencia Viajes Cardosa y con destino a Badajoz desde Barcelona, se precipitó a las frías aguas del río Ebro, llevando consigo 50 pasajeros, la mayoría emigrantes retornando a España para las fiestas navideñas.

Los ocupantes del vehículo, atrapados en el costado derecho del autobús volcado por la corriente, vivieron momentos de angustia esperando rescate durante más de dos horas. La intervención de los bomberos se vio dificultada por la fuerte corriente y la limitación de recursos, contando solo con dos lanchas neumáticas.

El accidente se atribuyó a un exceso de velocidad en la curva de entrada al puente. El impacto contra la barandilla derecha descontroló el vehículo, que terminó rompiendo la barandilla izquierda y cayendo cerca del temido pozo de San Lázaro, lugar rodeado de leyendas y misterios.

De los pasajeros, nueve desaparecieron, incluyendo cinco niños, dos de ellos sordomudos. La mayoría de los heridos fueron dados de alta y transportados a sus hogares el 21 de diciembre por la misma agencia, Viajes Cardoso.

Cuatro años después del accidente, el 19 de octubre de 1975, miembros del Club Aragonés de Actividades Subacuáticas (CADAS) descendieron al pozo de San Lázaro, depositando una imagen de la Virgen del Pilar en sus profundidades.