Caesaraugusta era una de las principales ciudades de la Península en época romana. Con unos 20.000 habitantes, era un importante foco económico. En el interior de sus formidables murallas se mostraba el esplendor de una ciudad con un urbanismo que seguía el esquema de las ciudades romanas. Con dos calles principales articulando la ciudad (el cardo, y el decumanus) en la Zaragoza romana no faltaban los foros, ni los templos. Tampoco las cloacas, ni por supuesto, elementos de ocio como el teatro romano, o el anfiteatro; aunque en este caso, todavía no sabemos a ciencia cierta dónde está.

Dentro de la oferta de ocio de la ciudad tampoco podían faltar unas termas, punto de encuentro habitual de alta sociedad de la época. Situadas en la actual calle de San Juan y San Pedro, entre la plaza de San Pedro Nolasco y la calle de Don Jaime I, todavía podemos ver algunos restos de su antiguo esplendor gracias al Museo de las Termas.

Este museo, el más pequeños de todos los que conforman la Ruta de la Zaragoza romana, esconde restos de dos etapas constructivas; unas letrinas, de época tardo republicana que fueronderribadas para construir la piscina exterior), y una natatio, o piscina porticada que fue construida a mediados del siglo I d.C.

Además, también pueden contemplarse parte de las tuberías y cloacas que permitían que funcionara el complejo. Fue los años 80 cuando al realizar unas obras en la calle San Juan y San Pedro se descubrieron los restos de una gran piscina. En los años 90, se descubrieron también unas letrinas de una fase anterior, y el 25 de mayo de 1999 se inauguró el museo.

En el museo de las Termas puede verse parte de la piscina exterior porticada / Gobierno de Aragón

Las termas de la Caesaragusta romana se crearon en el siglo I a.C. en la época del inicio de la dinastía Julio-Claudia. Y estuvieron en uso hasta el siglo IV d.C. Y junto a la parte de limpieza e higiene, las termas tenían un importante papel social, político y cultural, como punto de encuentro de los ciudadanos de la época. Eran lugares donde además de bañarse o hacer deporte, romanos acudían a conversar de forma relajada. También paseaban, leían, o escuchaban música.

Para poder desarrollar esas funciones, además de una cuidada decoración, había vestuarios (llamados Apodyterium), salas calientes (Caldarium), templadas (Tepidarium) y frías (Frigidarium), piscina al aire libre, gimnasio, biblioteca y un sala con letrinas que tendría una capacidad para 29 personas, y bajo el banco discurría un canal de saneamiento por el que circulaba agua para arrastrar los detritos de los usuarios. En esta sala habría una fuente para lavarse las manos.

La Palestra era el patio central en torno al que se abrían las distintas estancias, y donde también se realizaban ejercicios físicos. Probablemente también tendría una zona de taberna, donde se vendía comida y bebida para los bañistas.

En la zona exterior destacaba la piscina al aire libre de planta rectangular cuyos restos podemos ver en el museo, estaba porticada y tenía una longitud de casi 15 metros, cuando hoy vemos solo 9,7 metros. Su
único lado corto conservado se remata en un ábside lobulado y en todo su perímetro tiene tres escalones para acceder.

El pórtico que rodeaba la piscina pudo tener entre 5 o 6 metros de altura. De ese pórtico se conservan varias basas de columna. También podemos contemplar placas de mármol con distintos motivos decorativos recubriendo las instalaciones.

Si te apetece visitar el museo de las Termas Públicas de Caesaragusta, puedes acercarte hasta los número 3-5-7 de la calle San Juan y San Pedro, de martes a sábado de 10 a 14 h y de 17 a 21 h, y los domingos de 10 a 14:30 horas.